Página 435 - Consejos Sobre el R

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Ha de darse instrucción sobre los temas de la salud
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La responsabilidad del médico de iluminar a sus pacientes
774. Las instituciones de salud en favor de los enfermos serán los
mejores lugares para educar a los que sufren a vivir de acuerdo con
las leyes de la naturaleza, y a cesar en sus prácticas destructoras de
la salud en materia de hábitos erróneos en el régimen y en el vestido,
que están de acuerdo con los hábitos y las costumbres del mundo,
hábitos y costumbres que no están en sentido alguno de acuerdo
con las disposiciones de Dios. Esas instituciones están haciendo una
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buena obra para iluminar nuestro mundo.
Existe ahora una necesidad positiva de que aun los médicos,
reformadores en la línea del tratamiento de la enfermedad, pongan
mayor esfuerzo para llevar hacia adelante y hacia arriba la obra
en favor de sí mismos, y que instruyan con todo interés a los que
acudan a ellos en procura de su habilidad médica para cerciorarse
de la causa de sus enfermedades. Deben llamar la atención de esas
personas de manera especial a las leyes que Dios ha establecido, que
no pueden ser violadas impunemente. Ellos se espacian mucho en
el proceso de la enfermedad, pero por regla general no despiertan
la atención a las leyes que deben ser sagrada e inteligentemente
obedecidas para prevenir la enfermedad. Especialmente si el médico
no ha sido correcto en sus prácticas dietéticas, si no ha restringido
su apetito a un menú sencillo y sano, descartando en gran medida
el uso de la carne de animales muertos—si le gusta la carne—ha
educado y cultivado un gusto por el alimento malsano. Como sus
ideas son estrechas, él educará y disciplinará con mucha facilidad el
gusto y el apetito de sus pacientes para que amen las cosas que él
ama, en lugar de darles los sanos principios de la reforma pro salud.
Prescribirá para los pacientes carne, cuando es el peor régimen que
puedan tener; estimula, pero no da fuerza. Ellos no investigan los
hábitos anteriores de comer y beber de éstos, ni toman nota especial
de los hábitos erróneos que por muchos años han estado echando el
fundamento de la enfermedad.
Deben prepararse médicos concienzudos para iluminar a los
ignorantes, y éstos deben hacer sus prescripciones con sabiduría,
prohibiendo las cosas que en el régimen alimenticio de sus pacientes
saben que son erróneas. Deben denunciar con sencillez las cosas que
consideran perjudiciales para las leyes de la salud, y dejar a estas