Página 453 - Consejos Sobre el R

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Como presentar los principios de la reforma pro salud
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o exponer sus errores. Educadlos en los mejores hábitos por el poder
de vuestro propio ejemplo.
Recuérdese siempre que el gran objeto de la reforma higiénica es
asegurar el más elevado desarrollo de la mente, del alma y del cuerpo.
Todas las leyes de la naturaleza—que son las leyes de Dios—han
sido hechas para nuestro bien. La obediencia a las mismas promoverá
nuestra felicidad en esta vida, y nos ayudará en la preparación para
la vida por venir.
Hay algo mejor acerca de lo cual hablar que las faltas y debili-
dades de los demás. Hablad de Dios y de sus obras maravillosas.
Estudiad las manifestaciones de su amor y sabiduría en todas las
obras de la naturaleza.—
Christian Temperance and Bible Hygiene,
119, 120 (1890)
.
[559]
Enseñad por medio del ejemplo
799. En nuestro trato con los incrédulos, no permitamos que
nos desvíen de los principios correctos. Al sentarnos a sus mesas,
comamos con templanza, y únicamente alimentos que no confundan
nuestra mente. Evitemos la intemperancia. No podemos debilitar
nuestras facultades mentales o físicas, e incapacitarnos para discernir
las cosas espirituales. Mantengamos nuestra mente en tal condición
que Dios pueda inculcarle las preciosas verdades de su Palabra... No
vigilemos a los demás para señalarles sus faltas o errores. Enseñemos
por el ejemplo. Sean nuestra abnegación y nuestra victoria sobre el
apetito una ilustración de cómo se obedece a los principios correctos.
Dejemos que nuestra vida dé testimonio de la influencia santificadora
y ennoblecedora de la verdad.—
Joyas de los Testimonios 2:551, 552
(1900)
.
Presentad la temperancia en su forma más atractiva
800. El Señor desea que cada ministro, cada médico, cada miem-
bro de la iglesia, sea cuidadoso para no imponer a los que ignoran
nuestra fe cambios repentinos en el régimen, poniéndolos de esta
manera en una prueba prematura. Sostened los principios de la refor-
ma pro salud, y dejad que el Señor guíe a los honestos de corazón.
Ellos oirán y creerán. El Señor no pide que sus mensajeros presen-