Página 471 - Consejos Sobre el R

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Apéndice 1—Experiencia personal de Elena G. de White...
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costado por meses, porque el dolor sobre el corazón era tan intenso.
Al hacer estos cambios en mi régimen, rehusé someterme al gusto
y dejar que éste me gobernara. ¿Me impedirá éste obtener mayor
fuerza, para glorificar de esta manera a mi Señor? ¿Me obstaculizará
el gusto mi camino por un momento? ¡Nunca!
He sufrido de un hambre intensa; era una gran consumidora de
carne. Pero al sentir languidez o desfallecer, coloqué mis brazos so-
bre el estómago, y dije: “No probaré un bocado. Consumiré alimento
sencillo, o no comeré del todo”. El pan me desagradaba. Raramente
podía comer una porción del tamaño de un dólar. Algunas cosas
de la reforma podía recibirlas muy bien; pero cuando llegaba al
asunto del pan, estaba especialmente en contra. Cuando hice estos
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cambios, tuve una batalla especial que luchar. Las primeras dos o
tres comidas, no pude comer. Le dije a mi estómago: “Tendrás que
esperar hasta que puedas comer pan”. Después de un poco podía
comer pan, y pan integral también. Esto no podía comerlo antes;
pero ahora le encuentro gusto agradable, y no he tenido falta de
apetito.—
Testimonies for the Church 2:371, 372 (1870)
.
Actuó a base de principios
Cuando escribía
Spiritual Gifts,
los tomos tres y cuatro [1863-
64], solía agotarme por exceso de trabajo. Entonces vi que debía
cambiar mi conducta, y al descansar unos pocos días me mejoré
de nuevo. Abandoné estas cosas por principio. Hice mi resolución
para estar de acuerdo con la reforma por principio. Y desde ese
tiempo, hermanos, no me habéis oído presentar ningún punto de
vista extremo sobre la reforma pro salud del cual haya tenido que
retractarme. No he presentado otra cosa que lo que practico hoy. Os
recomiendo un régimen sano y nutritivo.
No considero una gran privación el abandonar el uso de las cosas
que dejan mal aliento y mal gusto en la boca. ¿Es negarse a sí mismo
abandonar estas cosas, y llegar a una condición en que todo es tan
dulce como la miel; donde no hay mal gusto en la boca y ninguna
sensación de languidez en el estómago? Solía tener estas cosas la
mayor parte del tiempo. Me he desvanecido con mi hijo en mis
brazos una y otra vez. No tengo nada de esto ahora; ¿y llamaré a
esto una privación, cuando puedo estar delante de vosotros como