Página 473 - Consejos Sobre el R

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Apéndice 1—Experiencia personal de Elena G. de White...
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servará su dominio sobre su voluntad, y hará que ésta lo obedezca
a él. Pero si Ud. quiere determinar vencer, el Señor la sanará, y le
dará fuerza para resistir toda tentación. Siempre recuerde que Cristo
es su Salvador y Guardador.—
Carta 70, 1911
.
Un régimen escaso pero adecuado
7. Como lo suficiente para satisfacer las necesidades de la natu-
raleza; pero cuando me levanto de la mesa, mi apetito es tan bueno
como cuando me senté. Y cuando viene la próxima comida, estoy
lista para tomar mi parte, y no más. Si tomara una cantidad doble de
vez en cuando porque el alimento sabe bien, ¿cómo podría arrodillar-
me y pedirle a Dios que me ayude en mi obra de escribir, cuando no
puedo obtener una idea a causa de mi glotonería? ¿Puedo yo pedir
a Dios que se haga cargo de esa carga irrazonable impuesta a mi
estómago? Esto sería deshonrarlo. Esto sería pedir para gastar en mis
deleites.
Santiago 4:3
. Ahora yo como lo que creo que es correcto, y
entonces puedo pedirle que me dé fuerza para realizar la tarea que
él me ha dado para hacer. Y he sabido que el cielo ha escuchado y
contestado mi oración, al hacer esta petición.—
Testimonies for the
Church 2:373, 374 (1870)
.
Una mesa bien provista
8. Tengo una mesa bien provista en todas las ocasiones. No hago
ningún cambio para las visitas, ora sean creyentes o incrédulos. Me
propongo no ser sorprendida jamás por una falta de preparación para
dar de comer en mi mesa desde una hasta seis personas adicionales
que puedan llegar. Tengo suficiente alimento sencillo y saludable
listo para satisfacer el hambre y nutrir el organismo. Si alguien
quiere más que esto, está en libertad de encontrarlo en otra parte. No
pongo en mi mesa nada de mantequilla ni de carne. Raramente hay
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torta allí. Por lo general tengo una provisión amplia de frutas, buen
pan y hortalizas. Nuestra mesa está siempre bien concurrida, y a
todos los que participan del alimento les va bien, y su salud mejora.
Todos se sientan a la mesa sin un apetito epicúreo, y comen con
gusto las bondades suplidas por nuestro Creador.—
Testimonies for
the Church 2:487 (1870)
.