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Consejos Sobre el Régimen Alimenticio
consigo las mentes de sus discípulos. El Señor también sabía cómo
presentar a la gente que lo esperaba el gran tema de la reforma pro
salud, paso a paso, en la medida en que podían soportarlo, y hacer un
buen uso de él, sin herir la mente del público. En el presente otoño
se cumplen veintidós años desde que nuestra atención fue dirigida a
los efectos perjudiciales del tabaco, el té y el café, por medio del tes-
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timonio de la Sra. de White. Dios ha bendecido maravillosamente el
esfuerzo para eliminar estas cosas de nosotros, de manera que como
denominación podemos regocijarnos en la victoria, con muy pocas
excepciones, sobre estas complacencias pecaminosas del apetito...
Cuando habíamos obtenido una buena victoria sobre estas cosas,
y cuando el Señor vio que podíamos soportar más, nos fue dada luz
con respecto a los alimentos y el vestido. Y la causa de la reforma
pro salud entre nuestros hermanos avanzó en forma decidida, y se
hicieron grandes cambios, especialmente con respecto al uso de la
carne de cerdo, hasta el momento cuando, a consecuencia de nuestra
enfermedad, la Sra. de White dejó de hablar y de escribir sobre
el tema de la reforma pro salud. Desde ese punto puede datarse el
comienzo de nuestras desgracias y errores como pueblo con respecto
a este asunto.
Desde que hemos vuelto a ser activos de nuevo, la Sra. de White
se siente llamada a hablar acerca del tema de la reforma pro salud
más a menudo a causa de los extremos que manifiestan los reforma-
dores, que por cualquier otra razón. El hecho de que todos o casi
todos los extremistas sobre el tema de la reforma, que hay entre
nosotros, esperan recibir la sanción absoluta de la Hna. White, es
la razón por la cual ella se siente llamada a exponer sus verdaderos
sentimientos. El pueblo debe conocer su posición sobre este asunto,
y a su debido tiempo la sabrá.
Con respecto al uso del tabaco, el té, el café y la carne, y también
sobre el vestido, existe acuerdo general. Pero por el momento ella
no está preparada para asumir una posición extrema en lo que atañe
a la sal, el azúcar y la leche. Si no hubiera otras razones para avanzar
cuidadosamente con respecto a estas cosas de uso tan común y
abundante, existe por lo menos una razón suficiente en el hecho
de que las mentes de muchos no están preparadas aún para recibir
los hechos relativos a estas cosas. La ruina completa de algunos
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individuos y la casi destrucción de algunas de nuestras iglesias,