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Consejos Sobre el Régimen Alimenticio
de la salud física, mental y moral, para que podamos presentar al
Señor nuestros cuerpos, no como una ofrenda corrompida por los
malos hábitos, sino como “sacrificio vivo, santo, agradable a Dios”.
Romanos 12:1
.—
The Review and Herald, 25 de enero de 1881
.
[
Para el contexto, véase 254
.]
82. Nuestros hábitos en el comer y beber muestran si somos del
mundo o estamos entre el número de aquellos a quienes el Señor,
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por el poderoso instrumento de la verdad, ha separado del mundo.—
Testimonies for the Church 6:372 (1900)
.
83. Es la intemperancia en el comer lo que produce tanta invali-
dez, y despoja a Dios de la gloria que se le debe. Debido a que no se
niegan a sí mismos, muchos hijos de Dios son incapaces de alcanzar
la alta norma de espiritualidad que él ha establecido para ellos, y aun
cuando se arrepientan y se conviertan, toda la eternidad testificará
de la pérdida que han tenido por entregarse al egoísmo.—
Carta 135,
1902
.
84. ¡Cuán numerosos son los que se privan de las ricas bendicio-
nes que Dios les reserva en lo que se refiere a la salud y los dones
espirituales! Muchas almas hay que luchan por alcanzar grandes
victorias y bendiciones especiales para poder cumplir grandes he-
chos. Para alcanzar su propósito, creen que es necesario agotarse en
oraciones y lágrimas. Cuando esas personas escudriñen las Escritu-
ras con oración, para conocer la expresa voluntad de Dios, y luego
la cumplan de todo corazón y sin ninguna reserva o complacencia
propia, entonces hallarán descanso. Sus angustias, sus lágrimas y
sus luchas no les procurarán el descanso que anhelan. Ellas deben
hacer la entrega completa de su personalidad. Deben hacer lo que
les venga a mano, apropiándose de la abundante gracia que Dios
promete a los que oran con fe.
“Si alguno quiere venir en pos de mí—dijo Jesús—, niéguese a
sí mismo, y tome su cruz cada día, y sígame”.
Lucas 9:23
. Sigamos
al Salvador en su sencillez y abnegación. Exaltemos al Hombre del
Calvario por la palabra y por una vida santa. El Señor se allega muy
cerca de aquellos que se consagran a él. Si hubo tiempo cuando fue
necesario que el Espíritu de Dios obrase en nuestro corazón y en
uestra vida, es ahora. Aferrémonos a esta divina potencia para vivir
una vida de santidad y abnegación.—
Joyas de los Testimonios 3:365
(1909)
.
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