Página 69 - Consejos Sobre el R

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régimen alimenticio y la espiritualidad
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Dios constituido por la mente, el alma y el cuerpo, para que, como
posesión comprada por Cristo, podamos realizar un servicio saluda-
ble y grato para él.—
Special Testimonies, Series A, 9:58 (1896)
.
76. Ha estado resplandeciendo la luz sobre vuestra senda con
respecto a la reforma pro salud y el deber que incumbe a los hijos de
Dios en estos postreros días en cuanto a ejercer templanza en todas
las cosas. Vi que estabais entre aquellos que demorarían en ver la
luz y en corregir su manera de comer, beber y trabajar. En la medida
en que se reciba y se siga la luz, ésta realizará una completa reforma
en la vida y el carácter de todos aquellos que son santificados por
ella.—
Joyas de los Testimonios 1:193 (1868)
.
Relación con la vida victoriosa
77. El comer, el beber y el vestirse guardan una relación directa
con el progreso espiritual.—
The Youth’s Instructor, 31 de mayo de
1894
.
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78. Muchos alimentos que los paganos comían con toda liber-
tad les estaban prohibidos a los israelitas. Y la prohibición no era
arbitraria, pues se trataba de manjares nocivos, y el hecho de que
eran declarados inmundos enseñaba que tales manjares contaminan.
Lo que corrompe el cuerpo tiende a corromper el alma. El que lo
consume va quedando por ello inhabilitado para tener comunión con
Dios y para rendirle un servicio elevado y santo.—
El Ministerio de
Curación, 213 (1905)
.
79. El Espíritu de Dios no puede venir en nuestra ayuda, y asis-
tirnos en el perfeccionamiento de un carácter cristiano, mientras
estamos satisfaciendo nuestro apetito en perjuicio de nuestra salud,
y mientras el orgullo de la vida nos domina.—
The Health Reformer,
septiembre de 1871
.
80. Todos los que participan de la naturaleza divina escaparán
a la corrupción que está en el mundo por la concupiscencia. Es
imposible que los que satisfacen el apetito obtengan la perfección
cristiana.—
Testimonies for the Church 2:400 (1870)
.
81. Esta es la verdadera santificación. No es meramente una
teoría, una emoción, o una forma de palabras, sino un principio vivo
y activo que entra en la vida cotidiana. Requiere que nuestros hábitos
en el comer, beber y vestir sean tales que aseguren la preservación