Página 136 - El Conflicto de los Siglos (2007)

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Capítulo 8—Un campeón de la verdad
Un nuevo emperador, Carlos V, había ascendido al trono de Ale-
mania, y los emisarios de Roma se apresuraron a presentarle sus
plácemes, y procuraron que el monarca emplease su poder contra
la Reforma. Por otra parte, el elector de Sajonia, con quien Car-
los tenía una gran deuda por su exaltación al trono, le rogó que no
tomase medida alguna contra Lutero, sin antes haberle oído. De
este modo, el emperador se hallaba en embarazosa situación que le
dejaba perplejo. Los papistas no se darían por contentos sino con
un edicto imperial que sentenciase a muerte a Lutero. El elector
había declarado terminantemente “que ni su majestad imperial, ni
otro ninguno había demostrado que los escritos de Lutero hubiesen
sido refutados”; y por este motivo, “pedía que el doctor Lutero, pro-
visto de un salvoconducto, pudiese comparecer ante jueces sabios,
piadosos e imparciales” (D’Aubigné, lib. 6, cap. II).
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La atención general se fijó en la reunión de los estados alemanes
convocada en Worms a poco de haber sido elevado Carlos al trono.
Varios asuntos políticos importantes tenían que ventilarse en dicha
dieta, en que por primera vez los príncipes de Alemania iban a ver
a su joven monarca presidir una asamblea deliberativa. De todas
partes del imperio acudieron los altos dignatarios de la iglesia y del
estado. Nobles hidalgos, señores de elevada jerarquía, poderosos y
celosos de sus derechos hereditarios; representantes del alto clero
que ostentaban su categoría y superioridad; palaciegos seguidos de
sus guardas armados, y embajadores de tierras extrañas y lejanas,
todos se juntaron en Worms. Con todo, el asunto que despertaba más
interés en aquella vasta asamblea era la causa del reformador sajón.
Carlos había encargado ya de antemano al elector que trajese a
Lutero ante la dieta, asegurándole protección, y prometiendo dis-
poner una discusión libre con gente competente para debatir los
motivos de disidencia. Lutero por su parte ansiaba comparecer ante
el monarca. Su salud por entonces no estaba muy buena; no obstante,
escribió al elector: “Si no puedo ir a Worms bueno y sano, me haré
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