Página 238 - El Conflicto de los Siglos (2007)

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El Conflicto de los Siglos
predicado muchas veces, y señalando a su hermana que había sido
también condenada, dijo: “Os suplico, Alteza, tengáis compasión de
esa mujer inocente que tiene trece hijos huérfanos”. No obstante no
se la absolvió, si bien su suerte es desconocida. Pero se sabe que los
esbirros de la Inquisición, en su insensata ferocidad, no estando con-
tentos aún con haber condenado a los vivos, entablaron juicio contra
la madre de aquella, Doña Leonor de Vivero, que había muerto años
antes, acusándola de que su casa había servido de “templo a los
luteranos”. “Se falló que había muerto en estado de herejía, que su
memoria era digna de difamación y que se confiscaba su hacienda,
y se mandaron exhumar sus huesos y quemarlos públicamente junto
con su efigie; ítem más que se arrasara su casa, que se esparramara
sal sobre el solar y que se erigiera allí mismo una columna con una
inscripción que explicara el motivo de la demolición. Todo lo cual
fue hecho”, y el monumento ha permanecido en pie durante cerca
de tres siglos
Fue durante ese auto cuando la fe sublime y la constancia in-
quebrantable de los protestantes quedaron realzadas en el compor-
tamiento de “Antonio Herrezuelo, jurisconsulto sapientísimo, y de
doña Leonor de Cisneros, su mujer, dama de veinticuatro años, dis-
creta y virtuosa a maravilla y de una hermosura tal que parecía
fingida por el deseo”.
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“Herrezuelo era hombre de una condición altiva y de una firmeza
en sus pareceres, superior a los tormentos del ‘Santo’ Oficio. En
todas las audiencias que tuvo con sus jueces, [...] se manifestó desde
luego protestante, y no solo protestante, sino dogmatizador de su
secta en la ciudad de Toro, donde hasta entonces había morado.
Exigiéronle los jueces de la Inquisición que declarase uno a uno los
nombres de aquellas personas llevadas por él a las nuevas doctrinas;
pero ni las promesas, ni los ruegos, ni las amenazas bastaron a alterar
el propósito de Herrezuelo en no descubrir a sus amigos y parciales.
¿Y qué más? ni aun los tormentos pudieron quebrantar su constancia,
Durante una visita hecha a Valladolid en 1826, el Sr. B. B. Wiffen sacó copia
exacta
de esta inscripción que reza como sigue: “Presidiendo la Igla. Roma. Paulo IV.
y Reinando en Espa. Phelip. II. El Santo Oficio de la Inquisición condeno a derrocar e
asolar estas Cassas de Pedro de Cazalla y Da. Leonor de Vibero su Muger porque los
hereges Luteranos se juntaban a acer conciliábulos contra nra. Sta. fee chaa. é igla. Roma.
Año de MDLIX en XXI de Mayo”.