Página 257 - El Conflicto de los Siglos (2007)

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La verdad progresa en Inglaterra
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¿Me privaría de mis esfuerzos? No tengo otra cosa en que confiar”.
John Whitehead,
Life of the Rev. Charles Wesley, 102
. Tales eran
las tinieblas que habían caído sobre la iglesia, y ocultaban la expia-
ción, despojaban a Cristo de su gloria y desviaban la mente de los
hombres de su única esperanza de salvación: la sangre del Redentor
crucificado.
Wesley y sus compañeros fueron inducidos a reconocer que la
religión verdadera tiene su asiento en el corazón y que la ley de
Dios abarca los pensamientos lo mismo que las palabras y las obras.
Convencidos de la necesidad de tener santidad en el corazón, así
como de conducirse correctamente, decidieron seriamente iniciar
una vida nueva. Por medio de esfuerzos diligentes acompañados de
fervientes oraciones, se empeñaban en vencer las malas inclinacio-
nes del corazón natural. Llevaban una vida de abnegación, de amor
y de humillación, y observaban rigurosamente todo aquello que a
su parecer podría ayudarles a alcanzar lo que más deseaban: una
santidad que pudiese asegurarles el favor de Dios. Pero no logra-
ban lo que buscaban. Vanos eran sus esfuerzos para librarse de la
condenación del pecado y para quebrantar su poder. Era la misma
lucha que había tenido que sostener Lutero en su celda del convento
en Erfurt. Era la misma pregunta que le había atormentado el alma:
“¿Cómo puede el hombre ser justo para con Dios?”
Job 9:2 (VM)
.
El fuego de la verdad divina que se había extinguido casi por
completo en los altares del protestantismo, iba a prender de nuevo
al contacto de la antorcha antigua que al través de los siglos había
quedado firme en manos de los cristianos de Bohemia. Después de la
Reforma, el protestantismo había sido pisoteado en Bohemia por las
hordas de Roma. Los que no quisieron renunciar a la verdad tuvieron
que huir. Algunos de ellos que se refugiaron en Sajonia guardaron
allí la antigua fe, y de los descendientes de estos cristianos provino
la luz que iluminó a Wesley y a sus compañeros.
Después de haber sido ordenados para el ministerio, Juan y Car-
los Wesley fueron enviados como misioneros a América. Iba también
a bordo un grupo de moravos. Durante el viaje se desencadenaron
violentas tempestades, y Juan Wesley, viéndose frente a la muerte,
no se sintió seguro de estar en paz con Dios. Los alemanes, por
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el contrario, manifestaban una calma y una confianza que él no
conocía.