Página 259 - El Conflicto de los Siglos (2007)

Basic HTML Version

La verdad progresa en Inglaterra
255
alma. “Sentí—dice—calentarse mi corazón de un modo extraño”.
“Sentí entrar en mí la confianza en Cristo y en Cristo solo, para mi
salvación; y fuéme dada plena seguridad de que había quitado
mis
pecados,
, los
míos
, y de que
me
había librado a
de la ley del
pecado y de la muerte”.
Ibíd., 52
.
Durante largos años de arduo y enojoso trabajo, de rigurosa
abnegación, de censuras y de humillación, Wesley se había sostenido
firme en su propósito de buscar a Dios. Al fin le encontró y comprobó
que la gracia que se había empeñado en ganar por medio de oraciones
y ayunos, de limosnas y sacrificios, era un don “sin dinero y sin
precio”.
Una vez afirmado en la fe de Cristo, ardió su alma en deseos
de esparcir por todas partes el conocimiento del glorioso evangelio
de la libre gracia de Dios. “Considero el mundo entero como mi
parroquia—decía él—, y dondequiera que esté, encuentro oportuno,
justo y de mi deber declarar a todos los que quieran oírlas, las alegres
nuevas de la salvación”.
Ibíd., 74
.
Siguió llevando una vida de abnegación y rigor, ya no como
base
sino como
resultado
de la fe; no como
raíz
sino como
fruto
de la santidad. La gracia de Dios en Cristo es el fundamento de
la esperanza del cristiano, y dicha gracia debe manifestarse en la
obediencia. Wesley consagró su vida a predicar las grandes verdades
que había recibido: la justificación por medio de la fe en la sangre
expiatoria de Cristo, y el poder regenerador del Espíritu Santo en el
corazón, que lleva fruto en una vida conforme al ejemplo de Cristo.
Whitefield y los Wesley habían sido preparados para su obra por
medio de un profundo sentimiento de su propia perdición; y para
poder sobrellevar duras pruebas como buenos soldados de Jesucristo,
se habían visto sometidos a una larga serie de escarnios, burlas y
persecución, tanto en la universidad, como al entrar en el ministerio.
Ellos y otros pocos que simpatizaban con ellos fueron llamados
despectivamente “metodistas” por sus condiscípulos incrédulos, pero
en la actualidad el apodo es considerado como honroso por una de
las mayores denominaciones de Inglaterra y América.
Como miembros de la iglesia de Inglaterra estaban muy apegados
a sus formas de culto, pero el Señor les había señalado en su Palabra
un modelo más perfecto. El Espíritu Santo les constriñó a predicar
a Cristo y a este crucificado. El poder del Altísimo acompañó sus