Página 308 - El Conflicto de los Siglos (2007)

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El Conflicto de los Siglos
fueron oscurecidos por falsas interpretaciones, hasta quedar igno-
rados y olvidados casi por completo. Tal fue el caso especialmente
en las iglesias de los Estados Unidos de Norteamérica. La libertad y
comodidad de que gozaban todas las clases de la sociedad, el deseo
ambicioso de riquezas y lujo, que creaba una atención exclusiva a
juntar dinero, la ardiente persecución de la popularidad y del po-
der, que parecían estar al alcance de todos, indujeron a los hombres
a concentrar sus intereses y esperanzas en las cosas de esta vida,
y a posponer para el lejano porvenir aquel solemne día en que el
presente estado de cosas habrá de acabar.
Cuando el Salvador dirigió la atención de sus discípulos hacia
las señales de su regreso, predijo el estado de apostasía que existiría
precisamente antes de su segundo advenimiento. Habría, como en
los días de Noé, actividad febril en los negocios mundanos y sed
de placeres, y los seres humanos iban a comprar, vender, sembrar,
edificar, casarse y darse en matrimonio, olvidándose entre tanto de
Dios y de la vida futura. La amonestación de Cristo para los que
vivieran en aquel tiempo es: “Mirad, pues, por vosotros mismos, no
sea que vuestros corazones sean entorpecidos con la glotonería, y
la embriaguez, y los cuidados de esta vida, y así os sobrevenga de
improviso aquel día”. “Velad, pues, en todo tiempo, y orad, a fin de
que logréis evitar todas estas cosas que van a suceder, y estar en pie
delante del Hijo del hombre”.
Lucas 21:34, 36 (VM)
.
La condición en que se hallaría entonces la iglesia está descrita
en las palabras del Salvador en el Apocalipsis: “Tienes nombre que
vives, y estás muerto”. Y a los que no quieren dejar su indolente
descuido, se les dirige el solemne aviso: “Si no velares, vendré a ti
como ladrón, y no sabrás en qué hora vendré a ti”.
Apocalipsis 3:1,
3
.
Era necesario despertar a los hombres y hacerles sentir su peligro
para inducirlos a que se preparasen para los solemnes acontecimien-
tos relacionados con el fin del tiempo de gracia. El profeta de Dios
declara: “Grande es el día de Jehová, y muy terrible: ¿quién lo podrá
sufrir?”.
Joel 2:11
. ¿Quién soportará la aparición de Aquel de quien
está escrito: “Tú eres de ojos demasiado puros para mirar el mal,
ni puedes contemplar la iniquidad”?
Habacuc 1:13 (VM)
. Para los
que claman: “Dios mío, te hemos conocido”, y sin embargo han
quebrantado su pacto y se apresuraron tras otro dios, encubriendo
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