Página 317 - El Conflicto de los Siglos (2007)

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Una profecía significativa
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“Discerní que la Biblia presentaba precisamente un Salvador
como el que yo necesitaba; pero no veía cómo un libro no inspirado
pudiera desarrollar principios tan perfectamente adaptados a las
necesidades de un mundo caído. Me vi obligado a admitir que las
Sagradas Escrituras debían ser una revelación de Dios. Llegaron
a ser mi deleite; y encontré en Jesús un amigo. El Salvador vino
a ser para mí el más señalado entre diez mil; y las Escrituras, que
antes eran oscuras y contradictorias, se volvieron entonces antorcha
a mis pies y luz a mi senda. Mi espíritu obtuvo calma y satisfacción.
Encontré que el Señor Dios era una Roca en medio del océano de la
vida. La Biblia llegó a ser entonces mi principal objeto de estudio, y
puedo decir en verdad que la escudriñaba con gran deleite. Encontré
que no se me había dicho nunca ni la mitad de lo que contenía. Me
admiraba de que no hubiese visto antes su belleza y magnificencia,
y de que hubiese podido rechazarla. En ella encontré revelado todo
lo que mi corazón podía desear, y un remedio para toda enfermedad
del alma. Perdí enteramente el gusto por otra lectura, y me apliqué
de corazón a adquirir sabiduría de Dios”. Bliss,
Memoirs of William
Miller, 65-67
.
Miller hizo entonces pública profesión de fe en la religión que
había despreciado antes. Pero sus compañeros incrédulos no tardaron
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en aducir todos aquellos argumentos de que él mismo había echado
mano a menudo contra la autoridad divina de las Santas Escrituras.
Él no estaba todavía preparado para contestarles; pero se dijo que si
la Biblia es una revelación de Dios, debía ser consecuente consigo
misma; y que habiendo sido dada para instrucción del hombre, debía
estar adaptada a su inteligencia. Resolvió estudiar las Sagradas
Escrituras por su cuenta, y averiguar si toda contradicción aparente
no podía armonizarse.
Procurando poner a un lado toda opinión preconcebida y pres-
cindiendo de todo comentario, comparó pasaje con pasaje con la
ayuda de las referencias marginales y de la concordancia. Prosi-
guió su estudio de un modo regular y metódico: empezando con el
Génesis y leyendo versículo por versículo, no pasaba adelante sino
cuando el que estaba estudiando quedaba aclarado, dejándole libre
de toda perplejidad. Cuando encontraba algún pasaje oscuro, solía
compararlo con todos los demás textos que parecían tener alguna
referencia con el asunto en cuestión. Reconocía a cada palabra el