Página 318 - El Conflicto de los Siglos (2007)

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El Conflicto de los Siglos
sentido que le correspondía en el tema de que trataba el texto, y si la
idea que de él se formaba armonizaba con cada pasaje colateral, la
dificultad desaparecía. Así, cada vez que daba con un pasaje difícil
de comprender, encontraba la explicación en alguna otra parte de las
Santas Escrituras. A medida que estudiaba y oraba fervorosamente
para que Dios le alumbrara, lo que antes le había parecido oscuro se
le aclaraba. Experimentaba la verdad de las palabras del salmista:
“El principio de tus palabras alumbra; hace entender a los simples”.
Salmos 119:130
.
Con profundo interés estudió los libros de Daniel y el Apoca-
lipsis, siguiendo los mismos principios de interpretación que en los
demás libros de la Biblia, y con gran gozo comprobó que los símbo-
los proféticos podían ser comprendidos. Vio que, en la medida en
que se habían cumplido, las profecías lo habían hecho literalmente;
que todas las diferentes figuras, metáforas, parábolas, similitudes,
etc., o estaban explicadas en su contexto inmediato, o los términos
en que estaban expresadas eran definidos en otros pasajes; y que
cuando eran así explicados debían ser entendidos literalmente. “Así
me convencí—dice—de que la Biblia es un sistema de verdades
reveladas dadas con tanta claridad y sencillez, que el que anduviere
en el camino trazado por ellas, por insensato que fuere, no tiene por
qué extraviarse”.
Bliss, 70
. Eslabón tras eslabón de la cadena de
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la verdad descubierta vino a recompensar sus esfuerzos, a medida
que paso a paso seguía las grandes líneas de la profecía. Ángeles
del cielo dirigían sus pensamientos y descubrían las Escrituras a su
inteligencia.
Tomando por criterio el modo en que las profecías se habían
cumplido en lo pasado, para considerar el modo en que se cumplirían
las que quedaban aún por cumplirse, se convenció de que el concepto
popular del reino espiritual de Cristo—un milenio temporal antes
del fin del mundo—no estaba fundado en la Palabra de Dios. Esta
doctrina que indicaba mil años de justicia y de paz antes de la venida
personal del Señor, difería para un futuro muy lejano los terrores
del día de Dios. Pero, por agradable que ella sea, es contraria a las
enseñanzas de Cristo y de sus apóstoles, quienes declaran que el
trigo y la cizaña crecerán juntos hasta la siega al fin del mundo; que
“los malos hombres y los engañadores, irán de mal en peor”; que
“en los postreros días vendrán tiempos peligrosos”; y que el reino