Página 333 - El Conflicto de los Siglos (2007)

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Una profecía significativa
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Mientras que un sinnúmero de personas inteligentes e interesadas
se apiñaban para oír a Miller, su nombre era rara vez mencionado
por la prensa religiosa y solo para ridiculizarlo y acusarlo. Los
indiferentes y los impíos, alentados por la actitud de los maestros
de religión, recurrieron a epítetos difamantes, a chistes vulgares y
blasfemos, en sus esfuerzos para atraer el desprecio sobre él y su
obra. El siervo de Dios, encanecido en el servicio y que había dejado
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su cómodo hogar para viajar a costa propia de ciudad en ciudad, y de
pueblo en pueblo, para proclamar al mundo la solemne amonestación
del juicio inminente, fue llamado fanático, mentiroso y malvado.
Las mofas, las mentiras y los ultrajes acumulados sobre él des-
pertaron la censura y la indignación hasta de la prensa profana. La
gente del mundo declaró que “tratar un tema de tan imponente ma-
jestad e importantes consecuencias” con ligereza y lenguaje vulgar,
“no equivalía solo a divertirse a costa de los sentimientos de sus pro-
pagadores y defensores”, sino “a reírse del día del juicio, a mofarse
del mismo Dios y a hacer burla de su tribunal”.
Bliss, 183
.
El instigador de todo mal no trató únicamente de contrarrestar
los efectos del mensaje del advenimiento, sino de destruir al mismo
mensajero. Miller hacía una aplicación práctica de la verdad bíblica
a los corazones de sus oyentes, reprobando sus pecados y turbando
el sentimiento de satisfacción de sí mismos, y sus palabras claras
y contundentes despertaron la animosidad de ellos. La oposición
manifestada por los miembros de las iglesias contra su mensaje
alentaba a las clases bajas a ir aún más allá; y hubo enemigos que
conspiraron para quitarle la vida a su salida del local de reunión.
Pero hubo ángeles guardianes entre la multitud, y uno de ellos, bajo
la forma de un hombre, tomó el brazo del siervo del Señor, y lo puso
a salvo del populacho furioso. Su obra no estaba aún terminada, y
Satanás y sus emisarios se vieron frustrados en sus planes.
A pesar de toda oposición, el interés en el movimiento adventista
siguió en aumento. De decenas y centenas el número de los creyen-
tes alcanzó a miles. Las diferentes iglesias se habían acrecentado
notablemente, pero al poco tiempo el espíritu de oposición se mani-
festó hasta contra los conversos ganados por Miller, y las iglesias
empezaron a tomar medidas disciplinarias contra ellos. Esto indujo
a Miller a instar a los cristianos de todas las denominaciones a que,
si sus doctrinas eran falsas, se lo probasen por las Escrituras.