Página 370 - El Conflicto de los Siglos (2007)

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El Conflicto de los Siglos
más que confirma lo dicho y es la falta casi universal de influencias
reavivadoras en las iglesias. La apatía espiritual lo penetra casi
todo y es por demás profunda; así lo atestigua la prensa religiosa
de todo el país [...]. De modo muy general, los miembros de las
iglesias se están volviendo esclavos de la moda, se asocian con los
impíos en diversiones, bailes, festejos, etc. [...]. Pero no necesitamos
extendemos largamente sobre tan doloroso tema. Basta con que
las pruebas aumenten y nos abrumen para demostrarnos que las
iglesias en general están degenerando de un modo que da pena. Se
han alejado muchísimo de Dios, y él se ha alejado de ellas”.
Y un escritor declaraba en el
Religious Telescope
, conocido
periódico religioso: “Jamás habíamos presenciado hasta ahora un
estado de decadencia semejante al de la actualidad. En verdad que
la iglesia debería despertar y buscar la causa de este estado aflic-
tivo; pues tal debe ser para todo aquel que ama a Sión. Cuando
recordamos cuán pocos son los casos de verdadera conversión, y la
impenitencia sin igual y la dureza de los pecadores, exclamamos casi
involuntariamente: ‘¿Se ha olvidado Dios de tener misericordia? o
está cerrada la puerta de la gracia?’”
Tal condición no existe nunca sin que la iglesia misma tenga la
culpa. Las tinieblas espirituales que caen sobre las naciones, sobre
las iglesias y sobre los individuos, no se deben a un retraimiento
arbitrario de la gracia divina por parte de Dios, sino a la negligencia o
al rechazamiento de la luz divina por parte de los hombres. Ejemplo
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sorprendente de esta verdad lo tenemos en la historia del pueblo
judío en tiempo de Cristo. Debido a su apego al mundo y al olvido
de Dios y de su Palabra, el entendimiento de este pueblo se había
oscurecido y su corazón se había vuelto mundano y sensual. Así
permaneció en la ignorancia respecto al advenimiento del Mesías,
y en su orgullo e incredulidad rechazó al Redentor. Pero ni aun
entonces Dios privó a la nación judía de conocer o participar en
las bendiciones de la salvación. Pero los que rechazaron la verdad
perdieron todo deseo de obtener el don del cielo. Ellos habían hecho
“de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz” hasta que la luz que
había en ellos se volvió tinieblas; y ¡cuán grandes fueron aquellas
tinieblas!
Conviene a la política de Satanás que los hombres conserven las
formas de religión, con tal que carezcan de piedad vital. Después