Página 377 - El Conflicto de los Siglos (2007)

Basic HTML Version

Una amonestación rechazada
373
resultado fue que “una ola de paganismo anegó la iglesia, trayendo
consigo sus costumbres, sus prácticas y sus ídolos”. Gavazzi,
Lectu-
res, 278
. Una vez que la religión cristiana hubo ganado el favor y
el apoyo de los legisladores seculares, fue aceptada nominalmente
por multitudes; pero mientras estas eran cristianas en apariencia,
muchos “permanecieron en el fondo paganos que seguían adorando
sus ídolos en secreto” (
ibíd
.).
¿No ha sucedido otro tanto en casi todas las iglesias que se
llaman protestantes? Cuando murieron sus fundadores, que poseían
el verdadero espíritu de reforma, sus descendientes se adelantaron
y “dieron nueva forma a la causa”. Mientras se atenían ciegamente
al credo de sus padres y se negaban a aceptar cualquiera verdad
que fuese más allá de lo que veían, los hijos de los reformadores
se alejaron mucho de su ejemplo de humildad, de abnegación y de
renunciación al mundo. Así “la simplicidad primitiva desaparece”.
Una ola de mundanalidad invade la iglesia “trayendo consigo sus
costumbres, sus prácticas y sus ídolos”.
¡Ay, hasta qué grado esa amistad del mundo, que es “enemistad
contra Dios”, es fomentada actualmente entre los que profesan ser
discípulos de Cristo! ¡Cuánto no se han alejado las iglesias naciona-
les de toda la cristiandad del modelo bíblico de humildad, abnega-
ción, sencillez y piedad! Juan Wesley decía, al hablar del buen uso
del dinero: “No malgastéis nada de tan precioso talento, tan solo por
agradar a los ojos con superfluos y costosos atavíos o con adornos
innecesarios. No gastéis parte de él adornando prolijamente vuestras
casas con muebles inútiles y costosos, con cuadros costosos, pinturas
y dorados [...]. No gastéis nada para satisfacer la soberbia de la vida,
ni para obtener la admiración de los hombres [...]. ‘Siempre que
te halagues a ti mismo, los hombres hablarán bien de ti’. Siempre
que te vistas ‘de púrpura y de lino fino blanco, y tengas banquetes
espléndidos todos los días, ‘no faltará quien aplauda tu elegancia, tu
buen gusto, tu generosidad y tu rumbosa hospitalidad. Pero no vayas
a pagar tan caros sus aplausos. Conténtate más bien con el honor que
viene de Dios” (Wesley,
Works
, sermón 50, sobre el uso de dinero).
Pero muchas iglesias actuales desprecian estas enseñanzas.
[383]
Está de moda en el mundo hacer profesión de religión. Gober-
nantes, políticos, abogados, médicos y comerciantes se unen a la
iglesia para asegurarse el respeto y la confianza de la sociedad, y