Página 380 - El Conflicto de los Siglos (2007)

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El Conflicto de los Siglos
El gran pecado de que se acusa a Babilonia es que ha hecho
que “todas las naciones beban del vino de la ira de su fornicación”.
Esta copa embriagadora que ofrece al mundo representa las falsas
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doctrinas que ha aceptado como resultado de su unión ilícita con
los magnates de la tierra. La amistad con el mundo corrompe su fe,
y a su vez Babilonia ejerce influencia corruptora sobre el mundo
enseñando doctrinas que están en pugna con las declaraciones más
claras de la Sagrada Escritura.
Roma le negó la Biblia al pueblo y exigió que en su lugar todos
aceptasen sus propias enseñanzas. La obra de la Reforma consistió
en devolver a los hombres la Palabra de Dios; pero ¿ no se ve acaso
que en las iglesias de hoy lo que se enseña a los hombres es a fundar
su fe en el credo y en las doctrinas de su iglesia antes que en las
Sagradas Escrituras? Hablando de las iglesias protestantes, Carlos
Beecher dice: “Retroceden ante cualquier palabra severa que se di-
ga contra sus credos con la misma sensibilidad con que los santos
padres se habrían estremecido ante una palabra dura pronunciada
contra la veneración creciente que estaban fomentando por los santos
y los mártires [...]. Las denominaciones evangélicas protestantes se
han atado mutuamente las manos, de tal modo que nadie puede ha-
cerse predicador entre ellas sin haber aceptado primero la autoridad
de algún libro aparte de la Biblia [...]. No hay nada de imaginario
en la aseveración de que el poder del credo está ahora empezando a
proscribir la Biblia tan ciertamente como lo hizo Roma, aunque de
un modo más sutil” (sermón sobre la Biblia como credo suficiente,
predicado en Fort Wayne, Indiana, el 22 de febrero de 1846).
Cuando se levantan maestros verdaderos para explicar la Pala-
bra de Dios, levántanse también hombres de saber, ministros que
profesan comprender las Santas Escrituras, para denunciar la sana
doctrina como si fuera herejía, alejando así a los que buscan la ver-
dad. Si el mundo no estuviese fatalmente embriagado con el vino de
Babilonia, multitudes se convencerían y se convertirían por medio
del conocimiento de las verdades claras y penetrantes de la Palabra
de Dios. Pero la fe religiosa aparece tan confusa y discordante que
el pueblo no sabe qué creer ni qué aceptar como verdad. La iglesia
es responsable del pecado de impenitencia del mundo. El mensaje
del segundo ángel de
Apocalipsis 14
fue proclamado por primera
vez en el verano de 1844, y se aplicaba entonces más particularmen-