Página 451 - El Conflicto de los Siglos (2007)

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La verdadera conversión es esencial
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sus mandamientos, para que su potencia sea en el árbol de la vida, y
que entren por las puertas en la ciudad”
Apocalipsis 22:14
.
El aserto de que Cristo abolió con su muerte la ley de su Padre no
tiene fundamento. Si hubiese sido posible cambiar la ley o abolirla,
entonces Cristo no habría tenido por qué morir para salvar al hombre
de la penalidad del pecado. La muerte de Cristo, lejos de abolir la ley,
prueba que es inmutable. El Hijo de Dios vino para engrandecer la
ley, y hacerla honorable.
Isaías 42:21
. Él dijo: “No penséis que vine
a invalidar la ley”; “hasta que pasen el cielo y la tierra, ni siquiera
una jota ni una tilde pasará de la ley”.
Mateo 5:17, 18 (VM)
. Y con
respecto a sí mismo declara: “Me complazco en hacer tu voluntad,
oh Dios mío, y tu ley está en medio de mi corazón”.
Salmos 40:8
(VM)
.
La ley de Dios, por su naturaleza misma, es inmutable. Es una
revelación de la voluntad y del carácter de su Autor. Dios es amor,
y su ley es amor. Sus dos grandes principios son el amor a Dios y
al hombre. “El amor pues es el cumplimiento de la ley”.
Romanos
13:10 (VM)
. El carácter de Dios es justicia y verdad; tal es la na-
turaleza de su ley. Dice el salmista: “Tu ley es la verdad”; “todos
tus mandamientos son justos”.
Salmos 119:142, 172 (VM)
. Y el
apóstol Pablo declara: “La ley es santa, y el mandamiento, santo y
justo y bueno”.
Romanos 7:12 (VM)
. Semejante ley, expresión del
pensamiento y de la voluntad de Dios, debe ser tan duradera como
su Autor.
Es obra de la conversión y de la santificación reconciliar a los
hombres con Dios, poniéndolos de acuerdo con los principios de
su ley. Al principio el hombre fue creado a la imagen de Dios.
Estaba en perfecta armonía con la naturaleza y la ley de Dios; los
principios de justicia estaban grabados en su corazón. Pero el pecado
le separó de su Hacedor. Ya no reflejaba más la imagen divina. Su
corazón estaba en guerra con los principios de la ley de Dios. “La
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intención de la carne es enemistad contra Dios, porque no se sujeta
a la ley de Dios, ni tampoco puede”.
Romanos 8:7
. Mas “de tal
manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito”, para que
el hombre fuese reconciliado con Dios. Por los méritos de Cristo
puede restablecerse la armonía entre el hombre y su Creador. Su
corazón debe ser renovado por la gracia divina; debe recibir nueva
vida de lo alto. Este cambio es el nuevo nacimiento, sin el cual, según