Página 466 - El Conflicto de los Siglos (2007)

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El Conflicto de los Siglos
nombre del libro de la vida, sino confesaré su nombre delante de mi
Padre, y delante de sus santos ángeles”. “A todo aquel, pues, que me
confesare delante de los hombres, le confesaré yo también delante
de mi Padre que está en los cielos. Pero a cualquiera que me negare
delante de los hombres, le negaré yo también delante de mi Padre
que está en los cielos”.
Apocalipsis 3:5
;
Mateo 10:32, 33 (VM)
.
Todo el más profundo interés manifestado entre los hombres por
los fallos de los tribunales terrenales no representa sino débilmente
el interés manifestado en los atrios celestiales cuando los nombres
inscritos en el libro de la vida desfilen ante el Juez de toda la tierra.
El divino Intercesor aboga en favor de todos los que han vencido
por la fe en su sangre para que se les perdonen sus transgresiones,
a fin de que sean restablecidos en su morada edénica y coronados
con él coherederos del “señorío primero”.
Miqueas 4:8
. Con sus
esfuerzos para engañar y tentar a nuestra raza, Satanás había pensado
frustrar el plan que Dios tenía al crear al hombre, pero Cristo pide
ahora que este plan sea llevado a cabo como si el hombre no hubiese
caído jamás. Pide para su pueblo, no solo el perdón y la justificación,
plenos y completos, sino además participación en su gloria y un
asiento en su trono.
Mientras Jesús intercede por los súbditos de su gracia, Satanás
los acusa ante Dios como transgresores. El gran seductor procuró
arrastrarlos al escepticismo, hacerles perder la confianza en Dios,
separarse de su amor y transgredir su ley. Ahora él señala la historia
de sus vidas, los defectos de carácter, la falta de semejanza con
Cristo, lo que deshonró a su Redentor, todos los pecados que les
indujo a cometer, y a causa de estos los reclama como sus súbditos.
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Jesús no disculpa sus pecados, pero muestra su arrepentimien-
to y su fe, y, reclamando el perdón para ellos, levanta sus manos
heridas ante el Padre y los santos ángeles, diciendo: Los conozco
por sus nombres. Los he grabado en las palmas de mis manos. “Los
sacrificios de Dios son el espíritu Quebrantado: al corazón contrito y
humillado no despreciarás tú, oh Dios”.
Salmos 51:17
. Y al acusador
de su pueblo le dice: “Jehová te reprenda, oh Satán; Jehová, que ha
escogido a Jerusalén, te reprenda. ¿No es este un tizón arrebatado del
incendio?”
Zacarías 3:2
. Cristo revestirá a sus fieles con su propia
justicia, para presentarlos a su Padre como una “Iglesia gloriosa, no
teniendo mancha, ni arruga, ni otra cosa semejante”.
Efesios 5:27