Página 53 - El Conflicto de los Siglos (2007)

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Una era de tinieblas espirituales
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del mundo. Convocábanse de vez en cuando grandes concilios, en
que se reunían los dignatarios de la iglesia de todas partes del mundo.
Casi en cada concilio el día de reposo que Dios había instituido era
deprimido un poco más en tanto que el domingo era exaltado en
igual proporción. Así fue cómo la fiesta pagana llegó a ser honrada
como institución divina, mientras que el sábado de la Biblia era
declarado reliquia del judaísmo y se pronunciaba una maldición
sobre sus observadores.
El gran apóstata había logrado ensalzarse a sí mismo “sobre todo
lo que se llama Dios, o que es objeto de culto”.
2 Tesalonicenses
2:4
. Se había atrevido a alterar el único precepto de la ley divina que
señala de un modo infalible a toda la humanidad al Dios viviente y
verdadero. En el cuarto mandamiento Dios es dado a conocer como
el Creador de los cielos y de la tierra y distinto por lo tanto de todos
los dioses falsos. Como monumento conmemorativo de la obra de la
creación fue santificado el día séptimo como día de descanso para
el hombre. Estaba destinado a recordar siempre a los hombres que
el Dios viviente es fuente de toda existencia y objeto de reverencia
y adoración. Satanás se esfuerza por disuadir a los hombres de que
se sometan a Dios y obedezcan a su ley; y por lo tanto dirige sus
golpes especialmente contra el mandamiento que presenta a Dios
como al Creador.
Los protestantes alegan ahora que la resurrección de Cristo en el
domingo convirtió a dicho día en el día del Señor. Pero las Santas
Escrituras en nada confirman este modo de ver. Ni Cristo ni sus
apóstoles confirieron semejante honor a ese día. La observancia del
domingo como institución cristiana tuvo su origen en aquel “misterio
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de iniquidad” (
Vers. 7
) que ya había iniciado su obra en los días de
San Pablo. ¿Dónde y cuándo adoptó el Señor a este hijo del papado?
¿Qué razón válida puede darse en favor de un cambio que las Santas
Escrituras no sancionan?
En el siglo sexto el papado concluyó por afirmarse. El asiento de
su poder quedó definitivamente fijado en la ciudad imperial, cuyo
obispo fue proclamado cabeza de toda la iglesia. El paganismo
había dejado el lugar al papado. El dragón dio a la bestia “su poder
y su trono, y grande autoridad”.
Apocalipsis 13:2 (VM)
; véase el
Apéndice. Entonces empezaron a correr los 1260 años de la opresión
papal predicha en las profecías de Daniel y en el Apocalipsis.
Daniel