Página 55 - El Conflicto de los Siglos (2007)

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Una era de tinieblas espirituales
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concluirían por prevalecer completamente y que la verdadera religión
iba a ser desarraigada de la tierra. El evangelio se perdía de vista
mientras que las formas de religión se multiplicaban, y la gente se
veía abrumada bajo el peso de exacciones rigurosas.
No solo se le enseñaba a ver en el papa a su mediador, sino aun
a confiar en sus propias obras para la expiación del pecado. Largas
peregrinaciones, obras de penitencia, la adoración de reliquias, la
construcción de templos, relicarios y altares, la donación de grandes
sumas a la iglesia; todas estas cosas y muchas otras parecidas les eran
impuestas a los fieles para aplacar la ira de Dios o para asegurarse
su favor; ¡como si Dios, a semejanza de los hombres, se enojara por
pequeñeces, o pudiera ser apaciguado por regalos y penitencias!
Por más que los vicios prevalecieran, aun entre los jefes de la
iglesia romana, la influencia de esta parecía ir siempre en aumento.
A fines del siglo VIII los partidarios del papa empezaron a sostener
que en los primeros tiempos de la iglesia tenían los obispos de
Roma el mismo poder espiritual que a la fecha se arrogaban. Para
dar a su aserto visos de autoridad, había que valerse de algunos
medios, que pronto fueron sugeridos por el padre de la mentira.
Los monjes fraguaron viejos manuscritos. Se descubrieron decretos
conciliares de los que nunca se había oído hablar hasta entonces y
que establecían la supremacía universal del papa desde los primeros
tiempos. Y la iglesia que había rechazado la verdad, aceptó con
avidez estas imposturas (véase el Apéndice).
Los pocos fieles que edificaban sobre el cimiento verdadero (
1
Corintios 3:10, 11
) estaban perplejos y trabados, pues los escombros
de las falsas doctrinas entorpecían el trabajo. Como los constructores
de los muros de Jerusalén en tiempo de Nehemías, algunos estaban
por exclamar: “Las fuerzas de los acarreadores se han enflaquecido,
y el escombro es mucho, y no podemos edificar el muro”.
Nehemías
[54]
4:10
. Debilitados por el constante esfuerzo que hacían contra la
persecución, el engaño, la iniquidad y todos los demás obstáculos
que Satanás inventara para detener su avance, algunos de los que
habían sido fieles edificadores llegaron a desanimarse; y por amor
a la paz y a la seguridad de sus propiedades y de sus vidas se
apartaron del fundamento verdadero. Otros, sin dejarse desalentar
por la oposición de sus enemigos, declararon sin temor: “No temáis