Página 596 - El Conflicto de los Siglos (2007)

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El Conflicto de los Siglos
Israel fueron de índole análoga a los juicios más terribles y extensos
que caerán sobre el mundo inmediatamente antes de la liberación
final del pueblo de Dios. En el Apocalipsis se lee lo siguiente con
referencia a esas mismas plagas tan temibles: “Vino una plaga mala
y dañosa sobre los hombres que tenían la señal de la bestia, y sobre
los que adoraban su imagen”. El mar “se convirtió en sangre como
de un muerto; y toda alma viviente fue muerta en el mar”. También
“los ríos; y [...], las fuentes de las aguas, [...] se convirtieron en
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sangre”. Por terribles que sean estos castigos, la justicia de Dios está
plenamente vindicada. El ángel de Dios declara: “Justo eres tú, oh
Señor, [...] porque has juzgado estas cosas: porque ellos derramaron
la sangre de los santos y de los profetas, también tú les has dado a
beber sangre; pues lo merecen”.
Apocalipsis 16:2-6
. Al condenar a
muerte al pueblo de Dios, los que lo hicieron son tan culpables de
su sangre como si la hubiesen derramado con sus propias manos.
Del mismo modo Cristo declaró que los judíos de su tiempo eran
culpables de toda la sangre de los santos varones que había sido
derramada desde los días de Abel, pues estaban animados del mismo
espíritu y estaban tratando de hacer lo mismo que los asesinos de
los profetas.
En la plaga que sigue, se le da poder al sol para “quemar a los
hombres con fuego. Y los hombres se quemaron con el grande
calor”.
Apocalipsis 14:8, 9
. Los profetas describen como sigue el
estado de la tierra en tan terrible tiempo: “El campo fue destruido,
se enlutó la tierra; [...] porque se perdió la mies del campo”. “Se
secaron todos los árboles del campo; por lo cual se secó el gozo
de los hijos de los hombres”. “El grano se pudrió debajo de sus
terrones, los bastimentos fueron asolados”. “¡Cuánto gimieron las
bestias! ¡cuán turbados anduvieron los hatos de los bueyes, porque
no tuvieron pastos!, [...] Se secaron los arroyos de las aguas, y fuego
consumió las praderías del desierto”.
Joel 1:10, 11, 12, 17, 18, 20
. “Y
los cantores del templo aullarán en aquel día, dice el Señor Jehová;
muchos serán los cuerpos muertos; en todo lugar echados serán en
silencio”.
Amós 8:3
.
Estas plagas no serán universales, pues de lo contrario los habi-
tantes de la tierra serían enteramente destruidos. Sin embargo serán
los azotes más terribles que hayan sufrido jamás los hombres. Todos
los juicios que cayeron sobre los hombres antes del fin del tiempo