Página 621 - El Conflicto de los Siglos (2007)

Basic HTML Version

La desolación de la tierra
617
a Satanás en su guerra contra Dios. Ha llegado el momento en
que Dios ha de vindicar la autoridad de su ley pisoteada. Ahora
el conflicto no se desarrolla tan solo contra Satanás, sino también
contra los hombres. “Jehová tiene una contienda con las naciones”;
“y en cuanto a los inicuos los entregará a la espada”.
La marca de la redención ha sido puesta sobre los “que gimen
y se angustian a causa de todas las abominaciones que se hacen”.
Ahora sale el ángel de la muerte representado en la visión de Eze-
quiel por los hombres armados con instrumentos de destrucción, y
a quienes se les manda: “¡Al anciano, al joven, y a la doncella, y a
los niños, y a las mujeres, matadlos, hasta exterminarlos! mas no
os lleguéis a ninguno en quien esté la marca: ¡y comenzad desde
mi santuario!” Dice el profeta: “Comenzaron pues por los ancianos
que estaban delante de la Casa”.
Ezequiel 9:1-6 (VM)
. La obra de
destrucción empieza entre los que profesaron ser guardianes espiri-
tuales del pueblo. Los falsos centinelas caen los primeros. De nadie
se tendrá piedad y ninguno escapará. Hombres, mujeres, doncellas,
y niños perecerán juntos.
“Jehová sale de su lugar para castigar a los habitantes de la tierra
por su iniquidad; la tierra también descubrirá sus homicidios, y no
encubrirá más sus muertos”.
Isaías 26:21 (VM)
. “Y esta será la plaga
con que herirá Jehová a todos los pueblos que hayan peleado contra
Jerusalén: Se les consumirán las carnes estando sobre sus pies, y los
ojos se les consumirán en sus cuencas, y se les consumirá la lengua
en su boca. Y sucederá en aquel día que habrá entre ellos una grande
consternación procedente de Jehová, y trabará cada cual la mano
de su prójimo; y la mano de este se levantará contra la mano de
su compañero”.
Zacarías 14:12, 13 (VM)
. En la loca lucha de sus
[639]
propias desenfrenadas pasiones y debido al terrible derramamiento
de la ira de Dios sin mezcla de piedad, caen los impíos habitantes
de la tierra: sacerdotes, gobernantes y el pueblo en general, ricos y
pobres, grandes y pequeños. “Y los muertos por Jehová en aquel día
estarán tendidos de cabo a cabo de la tierra; no serán llorados, ni
recogidos, ni enterrados”.
Jeremías 25:33 (VM)
.
A la venida de Cristo los impíos serán borrados de la superficie
de la tierra, consumidos por el espíritu de su boca y destruidos por el
resplandor de su gloria. Cristo lleva a su pueblo a la ciudad de Dios, y
la tierra queda privada de sus habitantes. “He aquí que Jehová vaciará