Página 66 - El Conflicto de los Siglos (2007)

Basic HTML Version

62
El Conflicto de los Siglos
que la vida fuese una disciplina y que sus necesidades solo podían
ser satisfechas mediante el trabajo personal, la previsión, el cuidado
y la fe. Este procedimiento era laborioso y fatigoso, pero saluda-
ble. Es precisamente lo que necesita el hombre en su condición
caída, la escuela que Dios le proveyó para su educación y desarro-
llo. Mientras que se acostumbraba a los jóvenes al trabajo y a las
privaciones, no se descuidaba la cultura de su inteligencia. Se les
enseñaba que todas sus facultades pertenecían a Dios y que todas
debían ser aprovechadas y desarrolladas para servirle.
En su pureza y sencillez, las iglesias valdenses se asemejaban a
la iglesia de los tiempos apostólicos. Rechazaban la supremacía de
papas y prelados, y consideraban la Biblia como única autoridad su-
prema e infalible. En contraste con el modo de ser de los orgullosos
sacerdotes de Roma, sus pastores seguían el ejemplo de su Maestro
que “no vino para ser servido, sino para servir”. Apacentaban el
rebaño del Señor conduciéndolo por verdes pastos y a las fuentes
de agua de vida de su santa Palabra. Alejado de los monumentos,
de la pompa y de la vanidad de los hombres, el pueblo se reunía, no
en soberbios templos ni en suntuosas catedrales, sino a la sombra
de los montes, en los valles de los Alpes, o en tiempo de peligro en
sitios peñascosos semejantes a fortalezas, para escuchar las palabras
de verdad de labios de los siervos de Cristo. Los pastores no solo
predicaban el evangelio, sino que visitaban a los enfermos, cate-
quizaban a los niños, amonestaban a los que andaban extraviados
y trabajaban para resolver las disputas y promover la armonía y el
amor fraternal. En tiempo de paz eran sostenidos por las ofrendas
voluntarias del pueblo; pero a imitación de San Pablo que hacía
tiendas, todos aprendían algún oficio o profesión con que sostenerse
en caso necesario.
Los pastores impartían instrucción a los jóvenes. A la vez que se
atendían todos los ramos de la instrucción, la Biblia era para ellos
[66]
el estudio principal. Aprendían de memoria los Evangelios de San
Mateo y de San Juan y muchas de las epístolas. Se ocupaban también
en copiar las Santas Escrituras. Algunos manuscritos contenían la
Biblia entera y otros solamente breves trozos escogidos, a los cuales
agregaban algunas sencillas explicaciones del texto los que eran
capaces de exponer las Escrituras. Así se sacaban a luz los tesoros