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El Conflicto de los Siglos
History of Spain,
pág. 28.) A veces iban empaquetadas en un barril
interior impermeable dentro de otro barril más grande lleno de vino.
Año tras año, durante la mayor parte del siglo decimosexto, hicié-
ronse esfuerzos constantes para abastecer al pueblo con Testamentos
y Biblias en castellano y con los escritos de los reformadores. Era
una época en que “la Palabra impresa había tomado un vuelo que
la llevaba, como el viento lleva las semillas, hasta los países más
remotos.”—D‘ Aubigné, lib. 1, cap. 9.
Entretanto, la Inquisición trataba de impedir con redoblada vi-
gilancia que dichos libros llegasen a manos del pueblo, “Los due-
ños de librerías tuvieron que entregarle tantos libros, que casi se
arruinaban.”—Dr. J. P. Fisher,
Historia de la Reformación,
pág. 359.
Ediciones enteras fueron confiscadas, y no obstante ejemplares de
obras importantes, inclusive muchos Nuevos Testamentos y porcio-
nes del Antiguo, llegaban a los hogares del pueblo, merced a los
esfuerzos de los comerciantes y colportores. Esto sucedía así espe-
cialmente en las provincias del norte, en Cataluña, Aragón y Castilla
la Vieja, donde los valdenses habían sembrado pacientemente la
semilla que empezaba a brotar y que prometía abundante cosecha.
Uno de los colportores más tesoneros y afortunados en la em-
presa fue Julián Hernández, un enano que, disfrazado a menudo de
buhonero o de arriero, hizo muchos viajes a España, ya cruzando los
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Pirineos, ya entrando por alguno de los puertos del sur de España.
Según testimonio del escritor jesuíta, fray Santiáñez, era Julián un
español que “salió de Alemania con designio de infernar toda Espa-
ña y corrió gran parte de ella, repartiendo muchos libros de perversa
doctrina por varias partes y sembrando las herejías de Lutero en
hombres y mujeres; y especialmente en Sevilla. Era sobremanera
astuto y mañoso, (condición propia de herejes). Hizo gran daño
Para un relato de las primitivas colonias de cristianos valdenses en el norte de
España, véase Perrin,
Histoire des Vaudois,
lib. 3, cap. 7; lib, 4, cap. 2; lib. 5, cap. 8. Según
ella muchos de los valdenses, huyendo de la persecución, se establecieron “en Cataluña y
en el reino de Aragón. Es lo que hace notar Mateo París, al decir que en tiempo del papa
Gregorio IX había gran número de valdenses en España, y por el año 1214, en tiempo
del papa Alejandro IV, el cual se quejó en una de sus bulas, de que se les había dejado
arraigarse tanto, y de que no se les hubiese molestado para multiplicarse corno lo habían
hecho. Efectivamente en tiempo de Gregorio IX crecieron tanto en número y crédito, que
establecieron obispos sobre sus rebaños para que les predicasen sus doctrinas, lo cual, al
saberlo los otros obispos, fué causa de atroz persecución.” (Cap. 18, págs. 245, 246.)