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El Conflicto de los Siglos
monasterio de San Isidro, se sentían impelidos a salir debido a las
circunstancias peculiares en que se hallaban.
La desaparición de estos creyentes, muchos de los cuales se
habían destacado en la vida política y religiosa, había despertado,
desde hacía mucho tiempo, las sospechas de la Inquisición, y an-
dando el tiempo, algunos de los ausentes fueron descubiertos en el
extranjero, desde donde se afanaban por fomentar la causa protestan-
te en España. Esto indujo a creer que había muchos protestantes en
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España. Empero los creyentes habían sido tan discretos, que ninguno
de los familiares de la Inquisición podía ni siquiera fijar el paradero
de ellos.
Fué entonces cuando una serie de circunstancias llevó al descu-
brimiento de los centros del movimiento en España, y de muchos
creyentes. En 1556 Juan Pérez, que vivía a la sazón en Ginebra, ter-
minó su versión castellana del Nuevo Testamento. Esta edición, junto
con ejemplares del catecismo español que preparó el año siguiente y
con una traducción de los Salmos, deseaba mandarla a España, pero
durante algún tiempo fuéle imposible encontrar a nadie que estuvie-
se dispuesto a acometer tan arriesgada empresa. Finalmente, Julián
Hernández, el fiel colportor, se ofreció a hacer la prueba. Colocando
los libros dentro de dos grandes barriles, logró burlar los esbirros de
la Inquisición y llegó a Sevilla, desde donde se distribuyeron rápida-
mente los preciosos volúmenes. Esta edición del Nuevo Testamento
fué la primera versión protestante que alcanzara circulación bastante
grande en España
“Durante su viaje, Hernández había dado un ejemplar del Nuevo
Testamento a un herrero en Flandes. El herrero enseñó el libro a un
cura que obtuvo del donante una descripción de la persona que se lo
había dado a él, y la transmitió inmediatamente a los inquisidores
de España. Merced a estas señas, los esbirros inquisitoriales ‘le
acecharon a su regreso y le prendieron cerca de la ciudad de Palma.”
La versión castellana de Francisco de Encinas, publicada en Amberes en 1543,
sólo tuvo limitada circulación, pues gran parte de la edición fué confiscada. En cuanto
a Encinas, fué encerrado en una cárcel en Bruselas por haberse atrevido a proporcionar
a sus compatriotas ejemplares del Nuevo Testamento en su propio idioma. “Después de
haber estado encerrado quince meses, un día se encontró con las puertas de su prisión
abiertas, y saliendo, sin que nadie se opusiera a ello en lo más mínimo, escapó de Bruselas
y llegó sano y salvo a Wittenberg.” (M’Crie, cap. 5.)