Página 242 - El Conflicto de los Siglos (1954)

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Capítulo 14—En los Países Bajos y Escandinavia
En los Países Bajos se levantó muy temprano una enérgica pro-
testa contra la tiranía papal. Setecientos años antes de los tiempos de
Lutero, dos obispos que habían sido enviados en delegación a Roma,
al darse cuenta del verdadero carácter de la “santa sede,” dirigieron
sin temor al pontífice romano las siguientes acusaciones: Dios “hizo
reina y esposa suya a la iglesia, y la proveyó con bienes abundantes
para sus hijos, dotándola con una herencia perenne e incorruptible,
entregándole corona y cetro eternos; ... pero estos favores vos los
habéis usurpado como un ladrón. Os introducís en el templo del
Señor y en él os eleváis como Dios; en vez de pastor, sois el lobo de
las ovejas, ... e intentáis hacernos creer que sois el obispo supremo
cuando no sois más que un tirano... Lejos de ser siervo de siervos,
como a vos mismo os llamáis, sois un intrigante que desea hacerse
señor de señores... Hacéis caer en el desprecio los mandamientos
de Dios... El Espíritu Santo es el edificador de las iglesias en todos
los ámbitos del mundo.... La ciudad de nuestro Dios, de la que so-
mos ciudadanos abarca todas las partes del cielo, y es mayor que
la que los santos profetas llamaron Babilonia y que aseverando ser
divina, se iguala al cielo, se envanece de poseer ciencia inmortal, y
finalmente sostiene, aunque sin razón, que nunca erró ni puede errar
jamás.”—Brandt,
History of the Reformation in and about the Low
Countries,
lib. 1, pág. 6.
Otros hombres se levantaron siglo tras siglo para repetir esta
protesta. Y aquellos primitivos maestros que, atravesando diferentes
países y conocidos con diferentes nombres, poseían el carácter de los
misioneros valdenses y esparcían por todas partes el conocimiento
del Evangelio, penetraron en los Países Bajos. Sus doctrinas cundie-
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ron con rapidez. Tradujeron la Biblia valdense en verso al holandés.
“En ella hay—decían—muchas ventajas; no tiene chanzas, ni fá-
bulas, ni cuentos, ni engaños; sólo tiene palabras de verdad. Bien
puede tener por aquí y por allí alguna que otra corteza dura, pero
aun en estos trozos no es difícil descubrir la médula y lo dulce de lo
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