Página 292 - El Conflicto de los Siglos (1954)

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El Conflicto de los Siglos
legado de la libertad religiosa, avanzaron sin miedo por el camino
que la Providencia les indicaba.
Dios había permitido que viniesen pruebas sobre su pueblo con
el fin de habilitarlo para la realización de los planes misericordiosos
que él tenía preparados para ellos. La iglesia había sido humillada
para ser después ensalzada. Dios iba a manifestar su poder en ella
e iba a dar al mundo otra prueba de que él no abandona a los que
en él confían. El había predominado sobre los acontecimientos para
conseguir que la ira de Satanás y la conspiración de los malvados
redundasen para su gloria y llevaran a su pueblo a un lugar seguro.
La persecución y el destierro abrieron el camino de la libertad.
En cuanto se vieron obligados a separarse de la iglesia anglicana,
los puritanos se unieron en solemne pacto como pueblo libre del
Señor para “andar juntos en todos sus caminos que les había hecho
conocer, o en los que él les notificase.”—J. Brown,
The Pilgrim
Fathers,
pág. 74. En esto se manifestaba el verdadero espíritu de
la Reforma, el principio esencial del protestantismo. Con ese fin
partieron los peregrinos de Holanda en busca de un hogar en el
Nuevo Mundo. Juan Robinson, su pastor, a quien la Providencia
impidió que les acompañase, díjoles en su discurso de despedida:
“Hermanos: Dentro de muy poco tiempo vamos a separarnos y
sólo el Señor sabe si viviré para volver a ver vuestros rostros; pero
sea cual fuere lo que el Señor disponga, yo os encomiendo a él y os
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exhorto ante Dios y sus santos ángeles a que no me sigáis más allá
de lo que yo he seguido a Cristo. Si Dios quiere revelaros algo por
medio de alguno de sus instrumentos, estad prontos a recibirlo como
lo estuvisteis para recibir la verdad por medio de mi ministerio; pues
seguro estoy de que el Señor tiene más verdades y más luces que
sacar de su Santa Palabra.”—Martyn, tomo 5, pág. 70.
“Por mi parte, no puedo deplorar lo bastante la triste condición de
las iglesias reformadas que han llegado a un punto final en religión, y
no quieren ir más allá de lo que fueron los promotores de su reforma.
No se puede hacer ir a los luteranos más allá de lo que Lutero vió;
... y a los calvinistas ya los veis manteniéndose con tenacidad en
el punto en que los dejó el gran siervo de Dios que no lo logró
ver todo. Es ésta una desgracia por demás digna de lamentar, pues
por más que en su tiempo fueron luces que ardieron y brillaron,
no llegaron a penetrar todos los planes de Dios, y si vivieran hoy