Página 327 - El Conflicto de los Siglos (1954)

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Una profecía significativa
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Las setenta semanas, o 490 años concedidos a los judíos, termi-
naron, como lo vimos, en el año 34 de J. C. En dicha fecha, por auto
del Sanedrín judaico, la nación selló su rechazamiento del Evangelio
con el martirio de Esteban y la persecución de los discípulos de
Cristo. Entonces el mensaje de salvación, no estando más reservado
exclusivamente para el pueblo elegido, fué dado al mundo. Los dis-
cípulos, obligados por la persecución a huir de Jerusalén, “andaban
por todas partes, predicando la Palabra.” “Felipe, descendiendo a la
ciudad de Samaría, les proclamó el Cristo.” Pedro, guiado por Dios,
dió a conocer el Evangelio al centurión de Cesarea, el piadoso Cor-
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nelio; el ardiente Pablo, ganado a la fe de Cristo, fué comisionado
para llevar las alegres nuevas “lejos ... a los gentiles.”
Hechos 8:4, 5
;
22:21 (VM)
.
Hasta aquí cada uno de los detalles de las profecías se ha cumpli-
do de una manera sorprendente, y el principio de las setenta semanas
queda establecido irrefutablemente en el año 457 ant. de J.C. y
su fin en el año 34 de J.C. Partiendo de esta fecha no es difícil
encontrar el término de los 2.300 días. Las setenta semanas—490
días—descontadas de los 2.300 días, quedaban 1.810 días. Con-
cluídos las 490 días, quedaban aún por cumplirse los 1.810 días.
Contando desde 34 de J.C. los 1.810 años alcanzan al año 1844. Por
consiguiente los 2.300 días de (
Daniel 8:14
) terminaron en 1844. Al
fin de este gran período profético, según el testimonio del ángel de
Dios, “el santuario” debía ser “purificado.” De este modo la fecha
de la purificación del santuario—la cual se creía casi universalmente
que se verificaría en el segundo advenimiento de Cristo—quedó
definitivamente establecida.
Miller y sus colaboradores creyeron primero que los 2.300 días
terminarían en la
primavera
de 1844, mientras que la profecía señala
el
otoño
de ese mismo año. [
(Véase el diagrama y el Apéndice.)
] La
mala inteligencia de este punto fué causa de desengaño y perplejidad
para los que habían fijado para la primavera de dicho año el tiempo
de la venida del Señor. Pero esto no afectó en lo más mínimo la
fuerza de la argumentación que demuestra que los 2.300 días termi-
naron en el año 1844 y que el gran acontecimiento representado por
la purificación del santuario debía verificarse entonces.
Al empezar a estudiar las Sagradas Escrituras como lo hizo, para
probar que son una revelación de Dios, Miller no tenía la menor idea