Página 436 - El Conflicto de los Siglos (1954)

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El Conflicto de los Siglos
tólico de la Religión Cristiana,
al contestar una pregunta relativa
al día que se debe guardar en obediencia al cuarto mandamiento,
se hace esta declaración: “Bajo la ley antigua, el sábado era el día
santificado; pero
la iglesia,
instruida por Jesucristo y dirigida por
el Espíritu de Dios, substituyó el sábado por el domingo; de mane-
ra que ahora santificamos el primer día y no el séptimo. Domingo
significa día del Señor, y es lo que ha venido a ser.”
Como signo de la autoridad de la iglesia católica, los escritores
católicos citan “el acto mismo de cambiar el sábado al domingo,
cambio en que los protestantes consienten ... porque al guardar
estrictamente el domingo, ellos reconocen el poder de la iglesia para
ordenar fiestas y para imponerlas so pena de incurrir en pecado.”—
[
H. Tuberville,
An Abridgement of the Christian Doctrine,
pág. 58.
]
¿Qué es, pues, el cambio del día de descanso, sino el signo o marca
de la autoridad de la iglesia romana, “la marca de la bestia”?
La iglesia romana no ha renunciado a sus pretensiones a la supre-
macía; y cuando el mundo y las iglesias protestantes aceptan un día
de descanso creado por ella, mientras rechazan el día de descanso de
la Biblia, acatan en la práctica las tales pretensiones. Pueden apelar
a la autoridad de la tradición y de los padres para apoyar el cambio;
pero al hacerlo pasan por alto el principio mismo que los separa
de Roma, es a saber, que “la Biblia, y la Biblia sola es la religión
de los protestantes.” Los papistas pueden ver que los protestantes
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se están engañando a sí mismos, al cerrar voluntariamente los ojos
ante los hechos del caso. A medida que gana terreno el movimiento
en pro de la observancia obligatoria del domingo, ellos se alegran
en la seguridad de que ha de concluir por poner a todo el mundo
protestante bajo el estandarte de Roma.
Los romanistas declaran que “la observancia del domingo por los
protestantes es un homenaje que rinden, mal de su grado, a la autori-
dad de la iglesia [católica].”—[
Mons. de Segur,
Plain Talk About the
Protestantism of Today,
213.
] La imposición de la observancia del
domingo por parte de las iglesias protestantes es una imposición de
que se adore al papado, o sea la bestia. Los que, comprendiendo las
exigencias del cuarto mandamiento, prefieren observar el falso día
de reposo en lugar del verdadero, rinden así homenaje a aquel poder,
el único que ordenó su observancia. Pero por el mismo hecho de
imponer un deber religioso con ayuda del poder secular, las mismas