La verdadera conversión es esencial
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esa es la hermosura en la presencia de Dios.”
1 Pedro 3:3, 4 (V.
Nácar-Colunga)
.
Los reavivamientos producían en muchos profundo recogimien-
to y humildad. Eran caracterizados por llamamientos solemnes y
fervientes hechos a los pecadores, por una ferviente compasión hacia
aquellos a quienes Jesús compró por su sangre. Hombres y mujeres
oraban y luchaban con Dios para conseguir la salvación de las almas.
Los frutos de semejantes reavivamientos se echaban de ver en las
almas que no vacilaban ante el desprendimiento y los sacrificios,
sino que se regocijaban de ser tenidas por dignas de sufrir oprobios y
pruebas por causa de Cristo. Se notaba una transformación en la vida
de los que habían hecho profesión de seguir a Jesús; y la influencia
de ellos beneficiaba a la sociedad. Recogían con Cristo y sembraban
para el Espíritu, a fin de cosechar la vida eterna.
Se podía decir de ellos que fueron “contristados para arrepenti-
miento.” “Porque el dolor que es según Dios, obra arrepentimiento
saludable, de que no hay que arrepentirse; mas el dolor del siglo
obra muerte. Porque he aquí, esto mismo que según Dios fuisteis
contristados, cuánta solicitud ha obrado en vosotros, y aun defen-
sa, y aun enojo, y aun temor, y aun gran deseo, y aun celo, y aun
vindicación. En todo os habéis mostrado limpios en el negocio.”
2
Corintios 7:9-11
.
Tal es el resultado de la acción del Espíritu de Dios. Una reforma
en la vida es la única prueba segura de un verdadero arrepentimiento.
Si restituye la prenda, si devuelve lo que robó, si confiesa sus pecados
y ama a Dios y a sus semejantes, el pecador puede estar seguro de
haber encontrado la paz con Dios. Tales eran los resultados que en
otros tiempos acompañaban a los reavivamientos religiosos. Cuando
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se los juzgaba por sus frutos se veía que eran bendecidos de Dios
para la salvación de los hombres y el mejoramiento de la humanidad.
Pero muchos de los reavivamientos de los tiempos modernos
han presentado un notable contraste con aquellas manifestaciones de
la gracia divina, que en épocas anteriores acompañaban los trabajos
de los siervos de Dios. Es verdad que despiertan gran interés; que
muchos se dan por convertidos y aumenta en gran manera el número
de los miembros de las iglesias; no obstante los resultados no son
tales que nos autoricen para creer que haya habido un aumento
correspondiente de verdadera vida espiritual. La llama que alumbra