La fe de los mártires
43
la fe cristiana. Está ganando más y más terreno la opinión de que, al
[50]
fin y al cabo, dichas doctrinas no son de vital importancia. Semejante
degeneración del pensamiento fortalece las manos de los agentes de
Satanás, de modo que las falsas teorías y los fatales engaños que en
otros tiempos eran rebatidos por los fieles que exponían la vida para
resistirlos, encuentran ahora aceptación por parte de miles y miles
que declaran ser discípulos de Cristo.
No hay duda de que los cristianos primitivos fueron un pueblo
peculiar. Su conducta intachable y su fe inquebrantable constituían
un reproche continuo que turbaba la paz del pecador. Aunque pocos
en número, escasos de bienes, sin posición ni títulos honoríficos,
aterrorizaban a los obradores de maldad dondequiera que fueran
conocidos su carácter y sus doctrinas. Por eso los odiaban los impíos,
como Abel fué aborrecido por el impío Caín. Por el mismo motivo
que tuvo Caín para matar a Abel, los que procuraban librarse de
la influencia refrenadora del Espíritu Santo daban muerte a los
hijos de Dios. Por ese mismo motivo los judíos habían rechazado
y crucificado al Salvador, es a saber, porque la pureza y la santidad
del carácter de éste constituían una reprensión constante para su
egoísmo y corrupción. Desde el tiempo de Cristo hasta hoy, sus
verdaderos discípulos han despertado el odio y la oposición de los
que siguen con deleite los senderos del mal.
¿Cómo pues, puede llamarse el Evangelio un mensaje de paz?
Cuando Isaías predijo el nacimiento del Mesías, le confirió el título
de “Príncipe de Paz.” Cuando los ángeles anunciaron a los pastores
que Cristo había nacido, cantaron sobre los valles de Belén: “Gloria
en las alturas a Dios, y en la tierra paz, buena voluntad para con
los hombres.”
Lucas 2:14
. Hay contradicción aparente entre estas
declaraciones proféticas y las palabras de Cristo: “No vine a traer
paz, sino espada.”
Mateo 10:34 (VM)
. Pero si se las entiende correc-
tamente, se nota armonía perfecta entre ellas. El Evangelio es un
mensaje de paz. El cristianismo es un sistema que, de ser recibido
[51]
y practicado, derramaría paz, armonía y dicha por toda la tierra.
La religión de Cristo unirá en estrecha fraternidad a todos los que
acepten sus enseñanzas. La misión de Jesús consistió en reconciliar
a los hombres con Dios, y así a unos con otros; pero el mundo en
su mayoría se halla bajo el dominio de Satanás, el enemigo más en-
carnizado de Cristo. El Evangelio presenta a los hombres principios