Las asechanzas del enemigo
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enseñanza, los pasajes más claros y sencillos, como los más difíciles,
serán desviados de su verdadero sentido. Los dirigentes papales
escogen en las Sagradas Escrituras los pasajes que mejor convienen
a sus propósitos, los interpretan a su modo y los presentan luego al
pueblo a quien rehusan al mismo tiempo el privilegio de estudiar
la Biblia y de entender por sí mismos sus santas verdades. Toda
la Biblia debería serle dada al pueblo tal cual es. Más valiera que
éste no tuviese ninguna instrucción religiosa antes que recibir las
enseñanzas de las Santas Escrituras groseramente desnaturalizadas.
La Biblia estaba destinada a ser una guía para todos aquellos
que deseasen conocer la voluntad de su Creador. Dios dió a los
hombres la firme palabra profética; ángeles, y hasta el mismo Cristo,
vinieron para dar a conocer a Daniel y a Juan las cosas que deben
acontecer en breve. Las cosas importantes que conciernen a nuestra
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salvación no quedaron envueltas en el misterio. No fueron reveladas
de manera que confundan y extravíen al que busca sinceramente
la verdad. El Señor dijo al profeta Habacuc: “Escribe la visión,
... para que se pueda leer corrientemente.”
Habacuc 2:2 (VM)
. La
Palabra de Dios es clara para todos aquellos que la estudian con
espíritu de oración. Toda alma verdaderamente sincera alcanzará la
luz de la verdad. “Luz está sembrada para el justo.”
Salmos 97:11
.
Y ninguna iglesia puede progresar en santidad si sus miembros no
buscan ardientemente la verdad como si fuera un tesoro escondido.
Los alardes de “liberalidad” ciegan a los hombres para que
no vean las asechanzas de su adversario, mientras que éste sigue
trabajando sin cesar y sin cansarse hasta cumplir sus designios.
Conforme va consiguiendo suplantar la Biblia por las especulaciones
humanas, la ley de Dios va quedando a un lado, y las iglesias caen
en la esclavitud del pecado, mientras pretenden ser libres.
Para muchos, las investigaciones científicas se han vuelto mal-
dición. Al permitir todo género de descubrimientos en las ciencias
y en las artes, Dios ha derramado sobre el mundo raudales de luz;
pero aun los espíritus más poderosos, si no son guiados en sus inves-
tigaciones por la Palabra de Dios, se extravían en sus esfuerzos por
encontrar las relaciones existentes entre la ciencia y la revelación.
Los conocimientos humanos, tanto en lo que se refiere a las cosas
materiales como a las espirituales, son limitados e imperfectos; de
aquí que muchos sean incapaces de hacer armonizar sus nociones