El dominio propio y la oración
Cuando Cristo se veía más fieramente asediado por la tentación,
no comía. Se entregaba a Dios y gracias a su ferviente oración y
perfecta sumisión a la voluntad de su Padre salía vencedor. Sobre
todos los demás cristianos profesos, los que aceptan la verdad para
estos últimos días debieran imitar a su gran Ejemplo en lo que a la
oración se refiere...
Jesús pedía fuerza a su Padre con fervor. El divino Hijo de Dios
la consideraba de más valor que el sentarse ante la mesa más lujosa.
Demostró que la oración es esencial para recibir fuerzas con que
contender contra las potestades de las tinieblas y hacer la obra que
se nos ha encomendado. Nuestra propia fuerza es debilidad, pero
la que Dios concede es poderosa, y hará más que vencedor a todo
aquel que la obtenga.—
Testimonios para la Iglesia 2:183 (1869)
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