Página 127 - Consejos Sobre la Salud (1989)

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Orden y limpieza
El orden es la primera ley del cielo y el Señor desea que su
pueblo revele en sus hogares el orden y la armonía que prevalecen
en las cortes celestiales. La verdad nunca posa sus delicados pies
en un camino de inmundicia o impureza. La verdad no produce
hombres ni mujeres rudos y desordenados. Eleva a todos los que la
aceptan a un nivel superior. Bajo la influencia de Cristo se lleva a
cabo una obra de constante pulimiento.
A los ejércitos de Israel les fueron dadas instrucciones especia-
les acerca de la limpieza y el orden que debían caracterizar todas
las cosas, dentro de sus carpas y alrededor del campamento, para
que el ángel del Señor al pasar por el campamento, no viera sus
inmundicias. ¿Acaso el Señor prestaría atención a estos pequeños
detalles? Ciertamente; porque el registro declara que no fuera que al
ver inmundicia, él no pudiera acompañarlos al campo de batalla.
Aquel que fue tan cuidadoso para que los hijos de Israel culti-
varan hábitos de limpieza, no sancionará ninguna impureza en los
hogares de su pueblo en la actualidad. Dios desaprueba las impure-
zas de cualquier clase. ¿Cómo podemos invitarlo a nuestros hogares
a menos que todo esté ordenado, limpio y puro?
Una señal externa de pureza interior
Debiera enseñarse a los creyentes que aunque sean pobres, no
deben ser sucios en su apariencia personal ni en sus hogares. Se debe
ayudar a los que aparentan no comprender el significado ni la impor-
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tancia de la limpieza. Hay que enseñarles que los que representan
al Dios alto y sublime deben mantener sus almas puras y limpias
y que esta pureza debe extenderse a su forma de vestir y todo lo
concerniente a su hogar, de tal manera que los ángeles ministradores
vean las evidencias de que la verdad ha operado un cambio en sus
vidas, purificando el alma y refinando los gustos. Después de haber
recibido la verdad, los que no cambian su forma de expresarse, su
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