Página 155 - Consejos Sobre la Salud (1989)

Basic HTML Version

La fidelidad en la práctica de la reforma pro salud
151
no caen sobre la Roca, Cristo Jesús. No vienen a Dios con corazo-
nes quebrantados por el arrepentimiento y la confesión. Aquellos
en quienes se produce una verdadera conversión manifestarán los
frutos del Espíritu en su vida. Pluguiese a Dios que aquellos que
tienen tan poca vida espiritual comprendieran que la vida eterna no
puede otorgarse sino a quienes han llegado a ser participantes de
la naturaleza divina, y han huído de la corrupción que reina en el
mundo por la concupiscencia.
Sólo el poder de Cristo puede obrar, en el corazón y la mente,
la transformación que deben experimentar todos los que quieran
participar con él de la nueva vida, en el reino de los cielos. “El que
no naciere otra vez—dice el Salvador—no puede ver el reino de
Dios.”.
Juan 3:3
. La religión proveniente de Dios es la única que
nos puede conducir a él. Para servirle convenientemente, es necesa-
rio haber nacido del Espíritu divino. Entonces seremos inducidos a
velar. Nuestros corazones serán purificados, nuestras mentes reno-
vadas, y recibiremos nuevas aptitudes para conocer y amar a Dios.
Obedeceremos espontáneamente a todos sus requerimientos. En eso
consiste el culto verdadero.
Dios exige que su pueblo progrese constantemente. Debemos
aprender que la satisfacción de nuestros apetitos es el mayor obstácu-
lo que se oponga a nuestro progreso intelectual y a la santificación
del alma. No obstante todo lo que profesamos en lo que concierne a
la reforma pro salud, algunos de entre nosotros se alimentan mal. El
halago de los apetitos es la causa principal de la debilidad física y
mental, del agotamiento y de las muertes prematuras. Toda persona
que busca la pureza de la mente debe recordar que en Cristo hay un
poder capaz de dominar los apetitos.
[129]
Los alimentos a base de carne
Si pudiese beneficiarnos el satisfacer nuestro deseo de comer
carne, no os dirigiría esta súplica; pero sé que ello es imposible. Los
alimentos preparados a base de carne perjudican a la salud física,
y debemos aprender a vivir sin ellos. Los que están en situación
de poder seguir un régimen vegetariano, pero prefieren seguir sus
propias inclinaciones en este asunto, comiendo y bebiendo como
quieren, irán descuidando gradualmente la instrucción que el Señor