Página 156 - Consejos Sobre la Salud (1989)

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Consejos Sobre la Salud
ha dado tocante a otras fases de la verdad presente, perderán su
percepción de lo que es verdad y segarán con toda seguridad lo que
hayan sembrado.
Se me ha mostrado que no debe servirse a los alumnos de nues-
tros colegios carne ni otros productos reconocidos como dañinos
para la salud. Ninguna cosa que pudiera hacer apetecer estimulantes
debe ser colocada sobre la mesa. Al decirlo, me dirijo tanto a los
jóvenes como a los adultos y a los ancianos. Absteneos de las cosas
que puedan dañaros. Servid al Señor con sacrificio.
Los niños deben participar con inteligencia en esta obra. Todos
somos miembros de la familia del Señor; y él quiere que sus hijos
ancianos y jóvenes resuelvan sacrificar sus apetitos y economizar el
dinero necesario para construir capillas y sostener a los misioneros.
Estoy comisionada para decir a los padres: Colocaos entera-
mente, alma y espíritu, del lado del Señor en este asunto. Debemos
recordar en estos días de prueba que estamos en juicio delante del
Señor del universo. ¿No renunciaréis a las costumbres que os cau-
san daño? Las palabras valen poco; mostrad por vuestros actos de
abnegación que queréis obedecer a las órdenes que el Señor da a su
pueblo peculiar. Luego, colocad en la tesorería una parte del dinero
economizado por medio de vuestro renunciamiento, y habrá recursos
para proseguir la obra de Dios.
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Algunos piensan que no pueden vivir sin comer carne; pero si
quisieran ponerse de parte del Señor, decididos a andar resueltamente
en la senda en que él nos ha guiado, recibirían fuerza y sabiduría
como Daniel y sus compañeros. Dios les daría entendimiento sano.
Muchos se sorprenderían al ver cuánto podrían economizar para
la causa de Dios mediante actos de renunciamiento. Las sumitas
ahorradas por actos de sacrificio contribuirán más para edificar la
causa de Dios que las donaciones cuantiosas que no son el fruto de
la abnegación.
Los adventistas del séptimo día transmiten verdades trascen-
dentales. Hace más de cuarenta años que el Señor nos dio luces
especiales sobre la reforma pro salud; pero, ¿cómo seguimos en esa
luz? ¡Cuántos hay que han rehusado poner su vida en armonía con
los consejos de Dios! Como pueblo, debiéramos realizar progre-
sos proporcionales a la luz que hemos recibido. Es deber nuestro
comprender y respetar los principios de la reforma pro salud. En el