Página 158 - Consejos Sobre la Salud (1989)

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Consejos Sobre la Salud
que la carne propende a animalizar la naturaleza, a despojar a los
hombres y mujeres del amor y la simpatía que debieran sentir por
cada cual, y hace predominar las pasiones bajas sobre las facultades
más elevadas del ser. Si el comer carne fue alguna vez saludable, no
lo es ahora. Los cánceres y tumores y las enfermedades pulmonares
se deben mayormente a la costumbre de comer carne.
No hacemos del consumo de la carne una condición para la
admisión de los miembros; pero debiéramos considerar la influencia
que ejercen sobre otros los creyentes profesos que usan carne. Como
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mensajeros de Dios, ¿no diremos al pueblo: “Si pues coméis, o
bebéis o hacéis cualquier otra cosa, hacedlo todo para gloria de
Dios”?
1 Corintios 10:31
. ¿No daremos un testimonio decidido
contra la complacencia del apetito pervertido? ¿Quiere cualquiera
de los que son ministros del Evangelio y que proclaman la verdad
más solemne que haya sido dada a los mortales, dar el ejemplo de
volver a las ollas de Egipto? ¿Quieren los que son sostenidos por
el diezmo de la tesorería de Dios permitir que la gula envenene la
corriente vital que fluye por sus venas? ¿Harán caso omiso de la
luz y las amonestaciones que Dios les ha dado? La salud del cuerpo
debe considerarse como esencial para el crecimiento en la gracia y la
adquisición de un carácter templado. Si no se cuida debidamente el
estómago, será trabada la formación de un carácter moral íntegro. El
cerebro y los nervios están en relación íntima con el estómago. De
los errores practicados en el comer y beber resultan pensamientos y
hechos erróneos.
Todos somos probados en este tiempo. Hemos sido bautizados
en Cristo; y si estamos dispuestos a separarnos de todo aquello que
tienda a degradarnos y a hacernos lo que no debemos ser, recibiremos
fuerza para crecer en Cristo, nuestra cabeza viviente, y veremos la
salvación de Dios.
Sólo cuando demostremos ser inteligentes tocante a los princi-
pios de una vida sana, podremos discernir los males que resultan
de un régimen alimentario impropio. Aquellos que, habiéndose im-
puesto de sus errores, tengan el valor de modificar sus costumbres,
encontrarán que la reforma exige luchas y mucha perseverancia.
Pero una vez que hayan adquirido gustos sanos, verán que el cosumo
de la carne, en el que antes no veían mal alguno, preparaba lenta
pero seguramente la dispepsia y otras enfermedades.