Fidelidad a las leyes de salud
Estoy convencida de que nadie necesita enfermarse en ocasión de
un congreso, si observan las leyes de salud al preparar los alimentos.
Si no hacen tortas ni pasteles, sino que preparan sencillo pan de
harina de trigo entero, y se alimentan de fruta, enlatada o seca, no
necesitan enfermarse al prepararse para las reuniones, ni tampoco
durante las reuniones. Nadie debiera pasar todo el congreso sin
alimentos calientes...
No es necesario que los hermanos y las hermanas se enfermen
en el campamento. Si se visten en forma adecuada, de acuerdo
con el fresco de la mañana y de la noche, y son cuidadosos en
cambiar su vestimenta de acuerdo con los cambios de temperatura
para preservar una correcta circulación, y observan estrictamente la
regularidad en el sueño y en la ingestión de alimentos sencillos, no
comiendo nada entre comidas, no necesitan enfermarse... Los que
han estado ocupados en duras faenas día tras día, ahora interrumpen
su ejercicio; por lo tanto no debieran ingerir el promedio habitual
de alimentos. Si así lo hacen, recargarán el estómago. Deseamos
que las facultades del cerebro funcionen con vigor especial en estas
reuniones y que estén en las condiciones más saludables para oír
la verdad, apreciarla, y retenerla, para que otros puedan practicarla
después de regresar de las reuniones. Si el estómago está recargado
con exceso de alimentos, aunque sean sencillos, la fuerza del cerebro
se usará para ayudar a los órganos digestivos. Hay una sensación de
embotamiento en el cerebro. Es casi imposible mantener los ojos
abiertos. Las mismas verdades que debieran oírse, comprenderse
y practicarse se pierden completamente por causa del malestar o
porque el cerebro está casi paralizado como consecuencia de la
cantidad de alimentos ingeridos.—
Testimonies for the Church 2:602-
603 (1871)
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