Página 227 - Consejos Sobre la Salud (1989)

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Entretenimientos prohibidos
Los que se dedican al estudio intenso, deben disfrutar de mo-
mentos de relajamiento. La mente no debe estar constantemente
restringida a razonamientos extenuantes, porque la delicada maqui-
naria mental se gasta. El cuerpo, lo mismo que la mente, se debe
ejercitar. Pero hay que ser estrictamente temperantes en las diversio-
nes, como en cualquier otro asunto. Y el carácter de estas diversiones
se debe considerar juiciosamente. Cada joven debe preguntarse: ¿qué
influencia tendrán estas diversiones en mi salud física, mental y mo-
ral? ¿Se olvidará mi mente de Dios? ¿Se apartará de mí su gloria
por causa de ellas?
El juego de barajas debe ser prohibido. Las compañías y ten-
dencias de ese ambiente son peligrosas. El príncipe de las tinieblas
preside en el cuarto de juego, y dondequiera que se juegue baraja. En
estos lugares los ángeles malignos son los invitados especiales. No
hay nada beneficioso para el alma o el cuerpo en estas diversiones.
No hay nada que fortalezca el intelecto, nada que provea ideas de
valor para el futuro. La conversación versa sobre temas triviales y
degradantes. Se escuchan chistes bajos, actitudes frívolas y palabras
viles que degradan y destruyen la verdadera dignidad del hombre.
Estos juegos constituyen la actividad más insensata, inútil, peligrosa
y sin provecho en que puedan involucrarse los jóvenes. Los que
participan en el juego de barajas, se alteran emocionalmente y llegan
a perder todo interés por alguna ocupación elevadora y beneficiosa.
La experiencia en el manejo de las barajas conducirá pronto al deseo
de usarlas para beneficio personal. Primero se apuesta una suma pe-
queña, luego una cantidad mayor, hasta que se adquiere el vicio que
indefectiblemente conduce a la ruina. ¡Cuántos no fueron guiados
por esta diversión perniciosa a toda práctica pecaminosa, a pobreza,
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prisión, homicidio y aun al patíbulo! Sin embargo, muchos padres
no ven la terrible ruina que se cierne sobre nuestros jóvenes
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Testimonies for the Church 4:652-653
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