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Consejos Sobre la Salud
las semillas de la verdad en los corazones humanos. Llegarán a hacer
esto si se los conduce en forma adecuada.
La verdad viviente de Dios debe darse a conocer en nuestras
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instituciones médicas. Muchas personas que acuden a ellas están
hambrientas y sedientas de la verdad, y cuando ésta se les presenta
en forma adecuada será recibida con gozo. Nuestros sanatorios han
sido los medios de elevar la verdad para este tiempo y presentarla
ante miles. La influencia religiosa que impera en estas instituciones
inspira confianza en los enfermos. La seguridad de que el Señor
preside en ellas y las muchas oraciones que se elevan en favor de
los enfermos realizan una impresión en los corazones. Muchos que
nunca antes han pensado en el valor del alma quedan convencidos
por el Espíritu de Dios, y no pocos son inducidos a cambiar el curso
de su vida. Se realizan impresiones perdurables en muchas personas
que habían estado satisfechas mientras pensaban que sus normas
personales de carácter bastaban, y que han sentido la necesidad de la
justicia de Cristo. Cuando llegue la prueba futura, cuando les llegue
el tiempo de su iluminación, no pocas de estas personas tomarán
su lugar con el pueblo remanente de Dios. Dios es honrado por las
instituciones que se conducen de este modo. En su misericordia ha
convertido a los sanatorios en un instrumento poderoso para aliviar
los sufrimientos físicos de miles de personas que han sido atraídas a
ellos para ser curadas de sus enfermedades. Y en el caso de muchos,
el sanamiento físico va acompañado por el sanamiento del alma.
Reciben del Salvador el perdón de sus pecados. Reciben la gracia de
Cristo y se identifican con él, con sus intereses y su honor. Muchos
salen de nuestros sanatorios con nuevos corazones. El cambio ha
quedado decidido. Estas personas regresan a sus hogares para ser
luces en el mundo. El Señor las convierte en testigos suyos. Su
testimonio es: “Venid, oíd todos los que teméis a Dios, y contaré lo
que ha hecho a mi alma”.
Salmos 66:16
.
En esta forma, nuestros sanatorios, con la mano prosperadora de
Dios sobre ellos, han sido los medios para realizar un gran bien. Y
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deben elevarse todavía mucho más. Dios obrará con la gente que lo
honra.