El propósito de Dios para nuestros sanatorios
237
Fuentes de vida
Maravillosa es la obra que Dios se propone realizar por medio
de sus siervos, para que su nombre sea glorificado. Dios convirtió a
José en la fuente de vida para la nación egipcia. Por medio de José
se preservó la vida de toda esa nación. Por medio de Daniel, Dios
salvó la vida de los sabios de Babilonia. Y esas liberaciones fueron
como lecciones objetivas; ilustran para el pueblo las bendiciones
espirituales que les son ofrecidas por medio de la conexión con el
Dios a quien José y Daniel adoraban. De modo que Dios desea,
mediante su pueblo de la actualidad, acarrear bendiciones al mundo.
Cada obrero en quien Cristo mora, cada uno que exprese su amor
al mundo, es un obrero juntamente con Dios para bendición de la
humanidad. Al recibir del Salvador gracia para impartir a otros,
de todo su ser fluye una ola de vida espiritual. Cristo vino como
el Gran Médico para sanar las heridas que el pecado había hecho
en la familia humana, y su Espíritu, trabajando por medio de sus
siervos, imparte al ser humano enfermo por el pecado y doliente,
un gran poder sanador que es eficaz para el cuerpo y el alma. “En
aquel tiempo habrá un manantial abierto para la casa de David y
para los habitantes de Jerusalén, para la purificación del pecado y de
la inmundicia”.
Zacarías 13:1
. Las aguas de esta fuente contienen
propiedades medicinales que sanarán las enfermedades físicas y
espirituales.
De esta fuente fluye el poderoso río de la visión de Ezequiel. “Y
me dijo: Estas aguas salen a la región del oriente, y descenderán al
Arabá, y entrarán en el mar; y entradas en el mar, recibirán sanidad
las aguas. Y toda alma viviente que nadare por dondequiera que
entraren estos dos ríos, vivirá; y habrá muchísimos peces por haber
entrado allá estas aguas, y recibirán sanidad; y vivirá ... Y junto
[207]
al río, en la ribera, a uno y otro lado, crecerá toda clase de árboles
frutales; sus hojas nunca caerán, ni faltará su fruto. A su tiempo
madurará, porque sus aguas salen del santuario; y su fruto será para
comer, y su hoja para medicina”.
Ezequiel 47:8-12
.
Dios desea que nuestros sanatorios se conviertan en un río de
vida y de sanidad mediante su poder que obra por medio de nosotros.