Página 258 - Consejos Sobre la Salud (1989)

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Consejos Sobre la Salud
tengan grandes cantidades de dinero en la tesorería, de todos modos
debieran hacer cada plan con referencia a las necesidades del gran
campo misionero de Dios
No es la voluntad de Dios que su pueblo levante enormes sa-
natorios en ninguna parte. Hay que establecer muchos sanatorios.
No deben ser grandes, sino suficientemente completos para llevar a
cabo una obra buena y de éxito.
Se me han dado palabras de advertencia con respecto a la obra de
entrenamiento de enfermeras y de evangelistas médicos misioneros.
No debemos centralizar esta obra en ningún lugar único. En todos
los sanatorios establecidos, hay que entrenar a hombres y mujeres
jóvenes para que sean misioneros médicos. El Señor abrirá el camino
ante ellos mientras avanzan para trabajar por él.
Las evidencias de que disponemos del cumplimiento de la pro-
fecía demuestran que el fin de todas las cosas está cercano. Hay que
realizar mucha obra importante en lugares alejados de los centros en
los cuales en el pasado nuestra obra ha estado concentrada.
Cuando llevamos agua a un huerto para regarlo, no regamos en
un solo lugar dejando el resto seco e improductivo para que clame:
“Danos agua”. Y sin embargo, esto representa la forma como la obra
ha sido llevada a cabo en unos pocos lugares, con descuido del gran
campo. ¿Deberán los lugares desolados permanecer desolados? No.
Dejad la corriente de agua fluir a todos los lugares, llevando gozo y
fertilidad.
Humildad y abnegación
Nunca debiéramos depender del reconocimiento y de la posición
que el mundo otorga. En el establecimiento de instituciones, nunca
debiéramos tratar de competir con las instituciones del mundo en
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tamaño ni en esplendor. Obtendremos la victoria, no mediante el
recurso de erigir edificios enormes, en competir con los enemigos,
sino manifestando el espíritu de Cristo como un espíritu de manse-
dumbre y humildad. Es mucho mejor llevar la cruz y experimentar
chascos, pero obtener la vida eterna al final, que vivir como príncipes
y perder el cielo.
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Testimonies for the Church 7:99-102 (1902)
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