Página 271 - Consejos Sobre la Salud (1989)

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El sábado en nuestros sanatorios
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sirven a Dios de los que no le sirven. Despiértense los que se han
vuelto soñolientos e indiferentes. Somos llamados a ser santos, y
debemos tener mucho cuidado de no dar la impresión de que no tiene
importancia el que conservemos o no las características peculiares de
nuestra fe. Nos incumbe la solemne obligación de asumir en favor de
la verdad y de la justicia, una posición más decidida que la que hemos
asumido en lo pasado. La línea de demarcación entre los que guardan
los mandamientos de Dios y los que no los guardan debe resaltar
con claridad inequívoca. Debemos honrar concienzudamente a Dios
y emplear diligentemente todos los medios para cumplir nuestro
pacto con él, a fin de recibir sus bendiciones, que son tan esenciales
para el pueblo que va a ser probado severamente. Deshonramos
grandemente a Dios si damos la impresión de que nuestra fe y
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nuestra religión no constituyen una fuerza dominante en nuestra
vida. Así nos apartamos de sus mandamientos, que son nuestra vida
y negamos que él sea nuestro Dios y que seamos su pueblo.