Los grandes sanatorios son innecesarios
Se me ha mostrado repetidas veces que no es prudente dirigir
instituciones grandes. La mayor obra en favor de las almas no se
hace gracias a la magnitud de una institución. Un sanatorio grande
requiere muchos obreros. Y donde se reúnen tantos, es excesiva-
mente difícil mantener una elevada norma de espiritualidad. En una
gran institución, sucede con frecuencia que los puestos de respon-
sabilidad son desempeñados por obreros que no son espirituales,
que no ejercen prudencia al obrar con aquellos que, si se los tratase
sabiamente, se despertarían, convencerían y convertirían.
No se ha hecho, en cuanto a presentar las Escrituras a los enfer-
mos, ni la cuarta parte de la obra que podría haberse hecho, y que
se habría efectuado en nuestros sanatorios si los obreros mismos
hubiesen recibido cabal instrucción en lo religioso.
Donde muchos obreros están reunidos en un solo lugar, la ad-
ministración debe tener un nivel espiritual mucho más elevado que
el que con frecuencia ha reinado en nuestros grandes sanatorios.—
Joyas de los Testimonios 3:124-125
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