Página 293 - Consejos Sobre la Salud (1989)

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Cultura moral e intelectual
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Influencia de los obreros temerosos de Dios
Los obreros inteligentes y temerosos de Dios pueden realizar un
bien enorme en lo que concierne a reformar a quienes acuden al sa-
natorio como inválidos para recibir tratamiento. Estas personas están
enfermas, no sólo físicamente, sino también mental y moralmente.
La educación, los hábitos y la vida entera de muchas personas han
sido equivocadas. No pueden, en pocos días, realizar los cambios
necesarios para adoptar hábitos correctos. Deben disponer de tiempo
para considerar este asunto y para aprender los métodos acertados. Si
todos los que trabajan en el sanatorio son representantes adecuados
de la verdad de la reforma de la salud y de nuestra santa fe, ejercerán
una influencia para moldear las mentes de sus pacientes. El contraste
de los hábitos erróneos con los que armonizan con la verdad de Dios
tiene un poder convincente.
Los seres humanos no son lo que podrían ser y lo que la voluntad
de Dios se propone que sean. El gran poder de Satanás sobre la hu-
manidad los mantiene en un nivel inferior, pero esto no debe ser así,
porque entonces Enoc no hubiera podido elevarse y ennoblecerse
de tal manera que llegara a caminar con Dios. Los seres humanos
no necesitan dejar de crecer intelectual y espiritualmente durante
toda la vida. Pero muchos tienen la mente de tal manera ocupada
con sí mismos y con sus propios intereses que no les queda lugar
para pensamientos más elevados y nobles. Y la norma de las realiza-
ciones intelectuales tanto como espirituales es demasiado baja. Para
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muchos, cuanto mayor responsabilidad tiene la posición que ocupan,
tanto más complacidos se encuentran con ellos mismos; y abrigan
la idea de que la posición es la que da carácter a la persona. Pocos
comprenden que tienen ante ellos la tarea constante de desarrollar
paciencia, simpatía, caridad, escrupulosidad y fidelidad, que son ras-
gos de carácter indispensables para quienes ocupan posiciones de
responsabilidad. Todos los que trabajan en el sanatorio debieran
poseer una consideración sagrada por los derechos de los demás, lo
cual no es otra cosa sino obedecer los principios de la ley de Dios.
Algunos en esta institución tristemente tienen deficiencia de las
cualidades tan indispensables para la felicidad de todos los que se
relacionan con ellos. Los médicos y los auxiliares de los diversos
ramos de trabajo debieran cuidarse mucho contra la manifestación de