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Consejos Sobre la Salud
una frialdad egoísta, de una dispoción distante y antisocial, porque
esto enajenaría los afectos y la confianza de los pacientes. Muchos
que acuden al sanatorio son personas refinadas y sensibles, de tacto
y agudo discernimiento. Estas personas descubren tales defectos
inmediatamente y comentan acerca de ellos. Las personas no pueden
amar supremamente a Dios y a su prójimo como a sí mismos y al
mismo tiempo ser fríos como témpanos. No sólo privan a Dios del
amor que se le debe dar, sino también al mismo tiempo privan a
sus semejantes de ese amor. El amor es una planta de crecimiento
celestial, y se debe cultivar y alimentar. Los corazones afectuosos
y las palabras veraces y amantes, harán felices a las familias y
ejercerán una influencia elevadora sobre todos los que entran en
contacto con la esfera de su influencia.
Los que aprovechan al máximo sus privilegios y oportunida-
des serán, en el sentido bíblico, personas talentosas y educadas; no
tendrán solamente conocimientos, sino que serán educadas tanto
intelectualmente, como en sus maneras y en su comportamiento.
Serán refinadas, tiernas, compasivas y afectuosas...
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Tanto alumnos como maestros
Debiéramos recordar siempre que no sólo somos alumnos sino
también profesores en este mundo, mientras nos capacitamos per-
sonalmente y también a otras personas para una esfera de acción
más elevada en la vida futura. La medida de la influencia del hom-
bre se encuentra en el conocimiento de la voluntad de Dios y en
su realización. Tenemos la capacidad de mejorar tanto en la mente
como en el comportamiento, de manera que Dios no se avergüence
de poseernos. En el sanatorio deben existir normas elevadas. Si en
nuestras filas hay hombres con poder cultural e intelectual, debieran
ser llamados al frente para llenar puestos en nuestras instituciones.
Los médicos no debieran ser deficientes en muchos sentidos. Ante
ellos se abre un amplio campo de utilidad, y si no se capacitan en
su profesión la culpa es únicamente de ellos. Deben ser alumnos
diligentes; y mediante una estrecha aplicación y fiel atención a los
detalles, debieran convertirse en obreros responsables. No debiera
ser necesario que nadie los vigile para comprobar que han hecho su
trabajo sin cometer errores.