Página 296 - Consejos Sobre la Salud (1989)

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La reforma pro salud y el sanatorio
Entre los mayores peligros que amenazan a nuestras instituciones
que se ocupan de la salud se encuentra la influencia de médicos,
administradores y auxiliares que profesan creer en la verdad presente,
pero que nunca se han decidido en favor de la reforma pro salud.
Algunos no tienen cuidadosos escrúpulos concernientes a sus hábitos
de comer, beber y vestirse. ¿Cómo podría el médico, o cualquier
otra persona, presentar este tema en forma debida cuando él mismo
se complace en el uso de cosas perjudiciales? La bendición de Dios
descansará sobre todo esfuerzo realizado para despertar interés en
la reforma pro salud, porque ésta se necesita en todas partes. Debe
producirse un reavivamiento concerniente a este asunto, porque Dios
se propone realizar mucho por medio de este instrumento.
La medicación por medio de drogas, en la forma como se la
práctica actualmente, es una maldición. Hay que educar a la gente
para que se aleje del empleo de drogas. Hay que usarlas cada vez
menos y hay que confiar cada vez más en los recursos de la higiene;
entonces la naturaleza responderá a la acción de los médicos de
Dios: aire puro, agua pura, ejercicio adecuado y una conciencia
limpia. Los que insisten en el uso de té, café y carne sentirán la
necesidad de droga, pero muchos podrían recuperarse sin medicinas
si obedecieran las leyes de la salud. Es necesario utilizar las drogas
sólo infrecuentemente.
Si el corazón se purifica mediante la obediencia de la verdad,
no habrá preferencias egoístas ni motivos corrompidos; no existirá
parcialidad. El sentimentalismo amoroso enfermizo, cuya influencia
marchitadora se ha sentido en todas nuestras instituciones, no se
desarrollará. Debiera ejercerse una vigilancia estricta para que esta
maldición no envenene ni corrompa nuestras instituciones que se
ocupan de la salud.—
Health, Philanthropic, and Medical Missionary
Work, 42-43 (1890)
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