La ubicación de los sanatorio
Los que tienen algo que ver con la elección de un sitio para
un sanatorio deben estudiar con oración el carácter y objeto de
nuestra obra pro salud. Deben acordarse que han de contribuir al
restablecimiento de la imagen de Dios en el hombre. Deben dar,
por un lado, los remedios que alivian los sufrimientos físicos, y
por el otro el Evangelio que alivia los sufrimientos del alma. Así
serán verdaderos misioneros médicos. Deben implantar la verdad en
muchos corazones.
Ningún egoísmo, ninguna ambición personal debe admitirse en
la elección de un sitio para nuestros sanatorios. Cristo vino a este
mundo para enseñarnos a vivir y a trabajar. Aprendamos, pues, de
él, a no elegir para nuestros sanatorios sitios que satisfagan nuestros
gustos, sino los lugares que convengan mejor para nuestra obra.
Fuera de las ciudades
Se me ha mostrado que en nuestra obra médica misionera hemos
perdido muchas ventajas por no comprender la necesidad de cambiar
nuestros planes concernientes a la ubicación de nuestros sanatorios.
Es la voluntad de Dios que estas instituciones se establezcan lejos
de las ciudades. Debieran estar en el campo, y sus alrededores ser
tan agradables como sea posible. En la naturaleza, huerto de Dios,
los enfermos hallarán siempre algo que distraiga su atención de sí
mismos y eleve sus pensamientos a Dios.
Se me ha mostrado que los enfermos deben ser cuidados lejos
del bullicio de las ciudades, lejos del ruido de los tranvías, y de
los coches. Aun la gente que tiene casas en el campo que venga a
nuestros sanatorios, apreciará estar en un lugar donde reine la calma.
En ese retiro, será más fácil que los pacientes sientan la influencia
del Espíritu de Dios.
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Testimonios para la Iglesia 7:81-84
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